ESTOCOLMO, INVESTIGACIÓN Y RECUERDOS

Anotación del 28 de enero 2018:

Hoy he corregido algunos errores ortográficos que se me escaparon aquel día. No era fácil escribir cuando estaba de paso por poco tiempo en Suecia. Entonces vivía en Venezuela. No tenía dinero ni trabajo, menos tenía donde vivir. No era una época agradable. Me habían robado la billetera en un supermercado e intentaba localizar a la mujer que lo hizo, que fue captada por las cámaras de seguridad. Fue una tarea absurda, sin resultados.

¿Qué ha pasado desde el 17 de mayo hasta hoy? Ya ha transcurrido más de una semana… ¿Qué pasó con las pesquisas para ubicar a la mujer ladrona?

El 18 de mayo me hice un plan para tratar de localizar a la mujer. Las imágenes de las cámaras de vigilancia no eran muy nítidas pero recordaba algunos de los rasgos de la mujer, Una característica es que usa muletas. Por eso creí que ubicarla no sería difícil. No todo el mundo usa muletas. La mujer es de corta estatura y bastante gorda. Creía que con esas características no se me escaparía con facilidad. Pero a los pocos minutos de indagación me dí cuenta de que necesitaba fijarme en otros detalles, puesto que había muchas mujeres que usan muletas y otros tipos de apoyo para poder caminar. Además, pudo ser casualidad que la mujer utilizara muletas ese día. Podía tratarse de una dolencia cuyo tratamiento ya está en la última etapa y tal vez ya no usará esos implementos.

La suposición es que vive en Skärholmen, porque compra poco y a menudo; la cajera la podría reconocer y está dispuesta a colaborar. Mientras voy siguiendo a alguna ora para fotografiarla con mi cámara trato de imaginarme cómo piensa esa mujer (la delincuente). Me pregunto cómo vivirá y de qué país es. Puede ser una persona de escasos recursos, lo que no justifica que se dedique a robar. Aquí la gente que tiene bajos ingresos es apoyada por el Estado. Y por muy poco que gane, le alcanza más que suficiente para cubrir el mes. De lo que sí debe privarse es de los derroches que llevan a cabo quienes tienen buen nivel económico, como viajes de placer o comprar todas las cosas nuevas que van saliendo al Mercado, aunque no sean necesarias. Mi intención es exigirle que me devuelva lo que me pertenece. No es la primera vez que me roban, pero nunca antes tuve siquiera una pista de los ladrones. Esta vez sí la tengo y debo aprovecharla. Que por todos pague, por lo menos, una.

Me duele mucho la pérdida de los documentos, entre los cuales hay documentos venezolanos muy difíciles de conseguir debido a la extremada burocracia que aún hay en ese país. Y en cuanto al dinero, me hace falta porque era lo único que tenía para sobrevivir gran parte del mes. Una vez reconocida, la seguiré hasta su casa para
asegurarme de su dirección y sólo entonces llamaré a la policía. Le diré que puedo retirar la denuncia pero que antes debe devolverme todo lo que me robó y explicarme por qué lo hizo. Qué ganaría yo con eso? Pues, me serviría para conocer la mentalidad de una delincuente, como uno de los ejemplos para una serie de artículos que he empezado a escribir sobre la delincuencia, los genes, la influencia del medio y los factores que inducen al robo.

Uno de los lugares donde la busco es en Prisma, el supermercado donde la mujer se apoderó de mi billetera. Me siento en un banco de la entrada, luego camino, recorro todo el supermercado y vuelvo a sentarme. Salgo a la calle y recorro la plaza. Después me adentro en los pasillos del centro techado. Entro a otros supermercados, son miles de personas que circulan en todos los pasillos y en las veredas, junto a las paradas de buses, en la estación del Metro, etc. Es como buscar una aguja en un pajar, con la dificultad extra que la aguja no siempre esté en el pajar.

Al día siguiente ya se hace más difícil la búsqueda. Por doquier aparecen mujeres con muletas. Y muchas de ellas tienen las características similar a las de la “fugitiva”. También van muchas mujeres con un carrito de apoyo llamado en sueco “rullator”. Y si hoy la mujer dejó las muletas en casa y lleva uno de esos carritos? Voy al supermercado para ver nuevamente las grabaciones, pero Andreas está libre durante tres días. Debo esperar hasta el lunes.  Continúo la vigilancia. Fotografío y filmo a una mujer que está frente a Prisma. Más tarde sigo a una mujer que aparece en los estacionamientos del primer piso, en companía de otra mujer. Las mujeres atraviesan todo el estacionamiento y pasan frente a dos supermercados que están frente a frente: Coop Extra e Ica Qvantum. Las mujeres salen del lugar techado y atraviesan el terminal de buses. Finalmente entran a la estación del Metro. Toman un tren de la línea 13, hacia Norsborg. No estoy seguro que sea ella, pero he decidido seguirla hasta el final. Luego compararé las fotografías suyas con las de la ladrona. Al mismo tiempo voy pensando cómo descartar a las sospechosas. En primer lugar debo dejar a un lado a todas las mujeres ancianas y jóvenes. Debo concentrarme en mujeres de entre 40 y 50 años. También debo descartar a todas las que sean delgadas o altas. Mientras esperamos en la estación tomo disimuladamente algunas fotografias, aunque no logro tomarlas de frente. Llega el tren y subo al mismo vagón al que suben las mujeres. Vamos dejando atrás las estaciones. Las conozco todas. En el pasado viví en casi todos los barrios en los que están ubicadas las estaciones. Los paisajes varían entre bosques y parques con innumerables y serpenteantes senderos, zonas residenciales, muchas ciclovías  incrustadas en bellos prados verdes, lagos de azules aguas, con pequenas islas de vegetación variada. Llegamos a la estación de Hallunda. Las mujeres no se dan cuenta de que las sigo. Me adelanto y las espero en la salida. Las fotografío desde lejos. Las mujeres se separan y sigo a la sospechosa. Atravesamos la carretera por un puente peatonal que está sobre ésta. El puente está protegido completamente con una reja en forma de malla metálica de color verde. En esa forma se evita que jóvenes desalmados lancen piedras a los vehículos.

Los recuerdos me asaltan mientras sigo a la sospechosa. Paso junto a un puesto de comida. Allí empezó a trabajar una mujer siria que me compraba la verdura para su negocio en la época que tuve un puesto en Norsborg, una estación más al sur de Hallunda. Ella prefería ir a comprarme a mí que comprar en el supermercado de Hallunda o en el puesto de verduras que había a la salida del centrro comercial. En el mismo sitio hay ahora una moderna cafetería, con hermosos muebles y brillantes vitrinas y escaparates. Entramos al centro comercial, de los que hay en cada barrio del Gran Estocolmo. Todo ha cambiado. Me cuesta reconocer el lugar. Todo es mucho  más modermo. Es un barrio denominado de “pobres” pero no tiene nada que envidiar a ninguno de los grandes Malls que hay en Venezuela y en otros países, que son considerados lujosos, además de ser muy caros. Fotografío a la mujer, muy de cerca. Enfoco la cámara de tal modo que se crea que estoy fotografiando algún  negocio. Finalmente abandono la persecusión cuando la mujer entra a un supermercado. Pienso que es poco  creíble que esta mujer haya estado comprando en Prisma de Skärholmen porque aquí hay supermercados que venden más barato y tienen la misma o mayor variedad que en Prisma.

Después de recorrer algunas tiendas salgo del centro comercial. Hay sol y no hace frío. Mi vista recorre toda la zona y se posa en la edificación donde está la casa del pueblo (Folkets Hus). Es una edificación de ladrillos rojos con bordes blancos. Allí en ese mismo lugar estacionaba yo el enorme camión que primero usé como bus de exposiciones para vender los libros de mi librería (LAIE). Después lo utilicé para transportar la fruta y verdura con la que surtía el puesto de verduras y varias camionetas que recorrían muchos barrios de esta zona. Años más tarde, cuando edificaron la casa del pueblo (Folkets Hus) se fundó allí la Universidad Popular Latinoamericana, a iniciativa del Partido Social Demócrata. Yo impartí clases en una de sus aulas durante un corto tiempo. Allí también hubo actos culturales y en una oportunidad fui animador o presentador de un Programa artístico que recuerdo con mucha claridad. Allí actuó, entre otros grupos artísticos, un grupo de teatro dirigido por Igor Cantillana uno de mis antiguos profesores de teatro en los primeros años de mi estadía en Suecia.

De regreso en Skärholmen empecé a seguir a otra sospechosa. Fue más facil tomarle fotografías. La seguí hasta que se subió a un bus que va a Skarpnäck. No subí al bus porque ya era hora de dirigirme a Liljeholmen, donde debía encontrarme con mi hija para ir a visitar a sus  abuelos. Mi trabajo de detective quedaba suspendido por ese día. Ya tenía tres sospechosas fotografiadas y ahora debía comparar sus fotos con las de la ladrona.

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