DE SELVA EN SELVA

Hace ya varios meses que dejé las tierras latinoamericanas para regresar al país donde dejé la mayor parte de mi vida. No es un retorno definitivo a las frías tierras escandinavas, como no fue definitivo mi éxodo a las calurosas tierras de las selvas venezolanas.

Vivo entre dos mundos distintos, con idiosincracia e idiomas distintos, con un sistema de gobierno distinto, con diferencias en prácticamente todo, desde los tipos de tiendas, bancos, carreteras, edificios, medios de transporte, tipos de trabajos, formas de comportamiento, etc.

A pesar de las diferencias hay muchas cosas en común, sobre todo en lo que respecta a las empresas privadas, protegidas por el sistema capitalista de cada país. La diferencia es que en Venezuela hay un proceso de cambios que tiene como meta construir una sociedad sin clases sociales, aunque el camino es duro y largo. En Suecia, sin embargo, el sistema clasista se va fortaleciendo, aunque la explotación se va disfrazando en nuevas formas muy disimuladas.

En ambos países prevalecen muchas empresas que siguen la vieja táctica de explotar al máximo a sus trabajadores, abusando de su buena voluntad y de su incapacidad de protegerse de los abusos.

Nuevamente tengo que experimentar en carne propia esos abusos, aunque soy un trabajador privilegiado. Vendo mi fuerza de trabajo y obtengo un relativo buen precio por esa venta. La plusvalía que favorece a mi patrono, no obstante, es mucho mayor y no está en absoluto en relación con el trabajo que desempeno, que debería ser mejor remunerado. Para poder lograr un buen salario debo trabajar muchas horas extras, pero es una «regalía» que es saboteada constantemente. Mi empleador recibe mínimo 26 000 dólares mensuales de ingresos gracias a mi trabajo. No voy a mencionar mi remuneración, pero está muy por debajo de lo justo.

El trato tampoco es el mejor, con jefes déspotas que siempre creen tener la razón y que anteponen sus intereses económicos al bienestar de sus trabajadores y a los intereses de los clientes, que en este caso son personas que compran un servicio muy caro para poder obtener su licencia de conducir. Muchas veces, los usuarios deben pagar más de lo que corresponde, puesto que se cometen abusos de distinto tipo con ellos.

El sistema sueco de tránsito y de trámite para obtener permisos de registro de vehículos, licencia de conducción y todos los trámites relacionados con el transporte, es algo muy complicado. Todos esos servicios se cobran a  altos precios. En la cadena del sistema están las auto-escuelas, que obtienen enormes ganancias, aunque éstas también deben pagar tarifas a las autoridades por servicios que son deficientes o inexistentes, que sólo figuran en el papel.

Todo el sistema está mal y no hay partido político alguno que se atreva a hacer algo por mejorarlo. Los burócratas que llevan decenios sentados tras escritorios o salas de conferencias, viajes, agazajos, etc. que son pagados con los impuestos de los ciudadanos suecos, van disenando nuevas normas y formas de trabajar, inventando una serie de cursos obligatorios de todo tipo, favoreciendo a muchas empresas privadas que se encargan de dictar esos cursos.

La excusa es la necesidad de mejorar toda la infraestructura de transportes y la conducción de choferes de la administración pública o privados. Las medidas son muy variadas y abarcan desde la construcción de nuevas carreteras, plazas, calles, reconstrucción y remodelación de distintos dispositivos, vallas, barreras y muros silenciadores que puedan contribuir al aumento de la seguridad en el tránsito, con el objetivo máximo de salvar vidas humanas. También se considera el impacto medioambiental, en una extensión muy superior a las de otros países.

Pero muchas de las medidas que se toman son innecesarias y costosas. Algunos de los ejemplos son las distintas exigencias que se impone a los solicitantes de licencia de conducir.

El contraste es enorme, en muchos aspectos cuando comparo las dos realidades, la venezolana y la sueca. El más importante es el factor climático, algo a lo que el organismo tarda mucho en adaptarse. Otro factor es el medio en el que me desenvuelvo, como trabajador independiente en Venezuela y como trabajador asalariado, en Suecia.

En Venezuela trato de llevar a cabo trabajos que puedan contribuir a mejoras sociales y al cuidado del ambiente, especialmente en zonas rurales donde no existen las mínimas comocidades de la vida moderna. No hay luz eléctrica ni agua potable. Las tierras en las que trabajo están muy alejadas de las carreteras que llevan a centros urbanos. Uno de mis principales objetivos es salvar los bosques de la tala desenfrenada que llevan a cabo campesinos colombianos, que sólo piensan en ganar dinero con la venta de la madera.

En Suecia intento dar un buen servicio a personas que desean aprender a conducir en forma segura, teniendo como uno de sus objetivos el obtener su licencia de conducir.

En Venezuela es la selva, el clima caluroso, las lluvias torrenciales y todo tipo de dificultades que hacen la vida extremadamente difícil y el trabajo desmesuradamente duro.

En Suecia es la selva del dinero, de la avaricia de comerciantes y empresarios que explotan tanto a sus trabajadores como a sus clientes, algo que hace muy difícil sentirse bien.

De selva en selva, creo que debo luchar en cada uno de esos frentes, aunque el tiempo es escaso para lograr metas a corto plazo.

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