EMBOTAMIENTO MENTAL Y RECUPERACIÓN

No sé si existe el término «embotamiento mental». Es lo que creo sentir. Un largo viaje puede producir disminución de la actividad mental, dependiendo del grado de cansancio que el viaje produzca, las condiciones climáticas, la diferencia del huso horario, el esfuerzo físico y otros factores pueden influir enormemente. Cuando una persona está activa la mayor parte de las 24 horas, la adrenalina se produce constantemente. Las neuronas se activan y aumenta la lucidez. Si a las actividades de trabajo se añaden las actividades deportivas o de ejercicio físico en óptimas condiciones, la actividad mental aumenta; la capacidad de raciocinio y de rendimiento aumentan o se mantienen. Pero cuando ese ritmo se interrumpe, todo el organismo sufre un deterioro. Los músculos se atrofian y se llega a sentir molestias de todo tipo, apareciendo dolores, somnolencia y decaimiento en general. Pues eso es lo que he experimentado en estos últimos nueve días.

Hace tres días empecé a entrenar, no en la forma que hacía en Suecia, pero sí con algunos aparatos de mediana calidad. Creo que es suficiente y ya empiezo a sentir una lenta recuperación. Espero que esa recuperación se haga más notoria en los próximos días. Al mismo tiempo se van solucionado algunos problemas de tipo doméstico. Internet me funciona bien (por fin) después de haber instalado nuevos programas antivirus y pagado una tarifa más alta a una empresa multinacional (MOVISTAR). Con la empresa pública CANTV, mucho más económica y de mejor calidad, no es posible conseguir conexiones, por la burocracia y corrupción que la rodea.

Durante mi estadía en Suecia he estado al tanto de todo lo que ocurre en Venezuela (no gracias a los medios suecos o europeos..), sobre nuevas leyes, sobre los intentos del gobierno por combatir la especulación, sobre los esfuerzos por lograr una buena y definitiva unidad e integración latinoamericana, etc. Aún no me siento en condiciones de escribir sobre muchos de los temas que he analizado. Ahora debo revisar todos mis apuntes y proyectos literarios, debo leer más sobre diversos temas, tanto de interés nacional como internacional. Después de mi estadía en Suecia creo que debo escribir sobre muchas de las injusticias que subsisten en ese país nórdico, sin dejar de reconocer su superioridad en muchos aspectos, como son los sociales y económicos. De alguna manera debo participar en los debates internos de Suecia y debo contribuir a iniciar algún movimiento político que despierte a gran parte de la población sueca y de inmigrantes en ese país que actualmente no encuentran un camino para expresar sus inquietudes. El pueblo sueco es un pueblo dormido, alienado. Como en todos los pueblos europeos, faltan guías, faltan líderes revolucionarios que despierten el espíritu solidario y muestre la verdadera realidad de los pueblos oprimidos, fuera de sus fronteras.

Suecia es uno de los países más avanzados de Europa, donde menos se ha notado la crisis económica. Por todas partes se alzan nuevos edificios, carreteras, nuevas líneas de trenes y del Metro, etc. La abundancia de todo tipo de productos en los comercios es increíblemente alta y los precios son, en muchos casos, mucho más bajos que en Venezuela a pesar de que los ingresos de sus trabajadores son mucha veces superiores a los ingresos de los trabajadores venezolanos. Pero son pocos los suecos que saben que esas enormes ventajas se deben (en gran parte) gracias a la venta de armas y municiones que se usan en las guerras que matan o han matado a millones de personas en Yugoslavia, Irak, Libia, Pakistán, Siria y próximamente en Irán, por ejemplo.

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