NIEVE, HUMEDAD, FRÍO Y BARRO

Así fue eL 19 y todos los días hasta hoy 22. Cayó agua y nieve, al comienzo. Los parabrisas y las ventanillas se empañaban. Había que poner la calefacción y la ventilación a tope, como si estuviéramos en invierno. Las calles polvorientas de antes -a causa de la arena esparcida en el invierno para evitar los resbalones y que se había molido- se habían convertido ahora en verdaderos riachuelos oscuros y traicioneros. Un fuerte viento helaba los rostros y las manos de quienes no usamos guantes.

Dentro del vehículo no había problemas con el frío, pero al salir para cambiar de alumno pegaba el viento. Dentro de la oficina nuevamente, calor. La disyuntiva es si vale la pena ponerse la chaqueta cada vez que se sale del vehículo o de la oficina y volver a sacársela al entrar pues son sólo un par de minutos a la intemperie. El cambio de temperatura es brusco y la gruesa ropa molesta en ambos casos. La preparación de los alumnos lecciones no es afectada porque todo tipo de clima sirve para practicar. Cuando hay peores condiciones de tiempo, el alumno recibe aún mayor experiencia. Hoy no hubo mucha lluvia y nada de nieve. Sólo humedad, pero sin viento. La temperatura está muy bien, entre 4 y 10 grados, un «lujo».

Sigo leyendo «Hijo del salitre». No reconozco el libro desde la primera vez que lo leí. Lo mismo me pasó con «El Talón de Hierro», de Jack London, cuando lo leí por segunda vez. Tal vez sea porque tengo mucho mayor edad. Creo que tengo un sentido más crítico y analista. Antes aceptaba sin pensar mucho algunos errores literarios y gramaticales. Ahora soy menos condescendiente y algún día me gustaría escribir detalladamente sobre los libros que voy leyendo. Eso deberíamos hacer todos los que leemos mucho y nos interesamos o aspiramos a ser escritores en el futuro. Recordemos que todos los buenos escritores fueron, antes que ser escritores, muy buenos lectores. He encontrado varios errores en el libro de Volodia, aunque se justifican si se quiere usar los términos más chilenos que españoles. Algunas frases se pueden entender sólo si se vive en Chile o en algún país vecino. Por otra parte, una diferencia debe existir en la forma de expresarse, dependiendo de si se narra o es parte de la novela. El narrador no debe usar el dialecto de los personajes. Distinto es si se hace poesía. En ese caso están permitidas mayores libertades. De todas maneras, el libro es una joya literaria, que refleja la vida de los trabajadores del desierto del norte chileno de la época entre el siglo XIX y XX.

Hoy fui al cine con mi hija del centro. He decidido mencionar a mis hijas en esa forma (la mayor, la menor y la del centro), sin nombrarlas, para respetar su privacidad. Mi hija tiene 14 años pero ya es casi más alta que yo. Por lo menos eso parece. Mi hija del centro es con quien tengo más contacto, gracias a la comprensión de su madre, que nunca puso dificultades para que mi hija y yo nos viéramos. Mi hija vivió la mayor parte de su vida conmigo, hasta el año 2008. Incluso voy a su casa y comparto con toda su familia, si se dan las circunstancias. En muchas ocasiones, mi hija y yo hemos viajado juntos  a América Latina y a España.

Vimos una de esas películas norteamericanas de actualidad: Los Juegos de la Muerte (VER), una de las tantas películas que sirven para idiotizar a la gente. Un argumento pobre y la utilización de las emociones y los sentimientos para que el público sienta simpatía por los «buenos». En el mundo artificial de la película existen seres idiotas que organizan un juego muy especial, para lo que obligan a 24 personas a luchar todos contra todos hasta que sólo quede un sobreviviente, que será el vencedor. Como siempre, en este tipo de filmes, se recurre a efectos especiales que mezclan la realidad con la virtualidad, más virtualidad que nada. Nada se dice sobre la organización social ni de la economía de esa sociedad «futura». Se vislumbra apenas que hay una clase oprimida, pero que está destinada a fracasar en caso de llevar a cabo una insurrección.

El público ríe cuando el otro público (el falso, del mundo de la película) ríe. Y siente simpatía creciente por la heroína que ya se la considera como tal al comienzo de la película. Las escenas absurdas se suceden una tras otra, pero una de las peores es cuando los organizadores del juego introducen un animal salvaje que persigue a los protagonistas. A ese animal se le suman varios más, una verdadera jauría. Esos animales matan con mucha facilidad a otro de los participantes en el juego, un hombre de aspecto africano, musculoso. Los animales corren a una velocidad de gacela. Sin embargo, los perseguidos (ambos heridos en las piernas) logran escapar a sus garras, corriendo más rápido que los  salvajes animales. Ni siquiera el campeón de carreras más rápido del mundo podría correr más rápido que un felino o un lobo. Compare usted la velocidad de los animales, con la velocidad media de un ser humano AQUÌ.

Lo peor de todo es que la película hacer resaltar la individualidad, el deseo de competencia y el homicidio. Es la misma mentalidad de la época de los circos romanos cuando se hacía pelear a los gladiadores. el matar a otros humanos era la salvación. Había que matar para sobrevivir, sin que hubiera cabida para presentar «la otra mejilla».  El  homicidio se justifica cuando la protagonista mata a sus adversarios.  Hay escenas con un falso ribete de compasión y solidaridad. A diferencia de Espartaco, que se rebela contra los opresores y usa sus armas contra ellos, aquí sólo existe la alternativa de matarse a sí mismos. Claro, la diferencia es que Espartaco existió de verdad y se rebeló de verdad. En esta historia nada es realidad. Las situaciones hacen olvidar al público los verdaderos problemas que tiene la sociedad. Se subraya una vez más los conflictos de las sociedades humanas como la lucha entre buenos y malos y no la desigualdad social, la diferencia entre países pobres y ricos y el por qué de esa diferencia.

El trabajo de varios actores es bueno, aunque algunos personajes eran absurdos. Las cámaras se movían demasiado rápido en algunas ocasiones, en los bosques, para dar la sensación de miedo y confusión. Pero mareaban al espectador, por lo menos a mí.

Como siempre me sucede en los cines, a los pocos minutos de empezar la función me quedé dormido. Mi hija sólo tuvo que despertarme una vez en esta oportunidad. Lo positivo de esta película es que por lo menos mantenía el suspense. Es más o menos la sensación de estar atento a lo inesperado, como en la película Alien.

No recomiendo ver este bodrio, a menos que sea para analizarlo. Después de verlo se tiene la sensación de haber perdido el tiempo.   Lo único positivo es que estuve junto a mi hija. De vuelta a casa compensé  la pérdida continuando la lectura de El Hijo del Salitre.

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