Es la repetición de todos los días, desde el lunes. Hoy es jueves. Da la impresión de que el frío aumenta a medida que pasan los días. Lo dicen los termómetros y lo dice la piel. Toda la gente se pone más ropa. Según el calendario vamos avanzando hacia el verano. Pero el calendario no se pone de acuerdo con la realidad actual. Más da la impresión de que nos alejamos del verano. Los árboles están llenos de flores y los que más abundan son las lilas, que compiten con las flores de superficie, los tulipanes.
Pero pronto van a desaparecer. La lluvia y el viento las van liquidando. Las aguas arrastran polen, pétalos y pecíolos. Quisiera haber tomado algunas fotos con todas las variedades de colores que se pueden apreciar en todos los jardines y parques, porque es un espectáculo maravilloso. Pero el frío me frena. No es fácil ir con una cámara y tratar de sacar fotos bajo la lluvia. Si deja de llover y hacer viento posiblemente pueda fotografiar algunos jardines.
Continuación, viernes:
El frío se apodera de las viviendas. Las empresas dueñas o administradoras de edificios ya han dejado de suministrar calefacción central o disminuyen los grados de temperatura. Esas empresas siguen las «órdenes» del calendario. El edificio donde vivo no es excepción y dentro de la oficina hace casi el mismo frío que en la calle. Hay que ponerse mucha ropa para soportar el frío.
Hoy me he hastiado ya de todo tipo de comida. Hace días que me cansé de comer comidas congeladas o comida rápida. He tenido que ir a comer a algunos restaurantes, además de preparar mi propia comida. Pero también me canso de la comida que preparo. Y es porque no la comparto con nadie. Lo que no se comparte a veces no tiene el mismo sabor que cuando eso es posible. Le falta sabor a humanidad, a familiaridad, a comunicación. Por cada día que pasa se siente más vacío el edificio donde nadie más vive. Los encuentros son muy esporádicos con algunas personas que trabajan durante el día, que a veces se quedan a trabajar después de sus horarios normales. A veces, antes de irse a sus respectivos hogares pasan por mi puerta para verificar que yo aún sigo «trabajando» y así no tener que poner la alarma. En el tablero electrónico de la alarma hay un cartel que dice «atención, no poner la alarma sin antes verificar que nadie queda en la última oficina». Esto porque me quejé en dos oportunidades que pusieron las alarmas cuando yo estaba dentro. El escándalo fue mayúsculo al sonar las bocinas y encenderse las luces azules cuando salí al pasillo. De carrera me fui hasta el tablero para detener la alarma e impedir que viniera la policía o agentes de vigilancia, lo que implica un gasto extra. El sonido en aumento progresivo de las bocinas es irritante y luego quedan los oídos sensibles, se sigue oyendo las desagradables ondas sonoras por mucho tiempo.
Todo el edificio parece una casa fantasma. Se cruzan dos pasillos, a cuyos lados están las oficinas, cada una de unos 15 metros cuadrados. En el centro hay una pequeña cocina con una cocinilla eléctrica de sólo dos hornillas, sin horno. Frente a la cocina hay una enorme sala con mesa, silla, sofás y muchas plantas artificiales. En la entrada hay dos salas de servicios higiénicos, uno para damas y otro para caballeros. Enfrente de esas salas está la sala de conferencias que podemos usar todos los inquilinos en los horarios que más nos acomoden. En los pasillos y las entradas hay una serie de luces de distintos tamaños, algunas tenues, otras muy potentes. Son mínimo unos doscientos bombillos encendidos las 24 horas del día, un enorme derroche. Yo apago los que puedo pero ignoro donde están los interruptores de la mayoría de las lámparas.
La mayoría de las oficinas están vacías. La crisis económica ahuyenta a las pequeñas empresas, que van quebrando una tras otra. Se pierde la mayor parte del volumen aprovechable. Sería tal vez más rentable si se alquilaran todas las oficinas como apartamentos. Hay mucha gente que no tiene donde vivir, especialmente estudiantes y trabajadores jóvenes. Pero los administradores quizás tienen la esperanza de que la crisis se supere y nuevos empresarios ocupen las oficinas actualmente vacías. Yo no lo veo tan fácil. La nueva crisis se está acercando desde el sur de Europa y puede producirse un efecto dominó. Como he dicho en otros artículos, la única forma de que los países europeos y Estados Unidos puedan superar sus crisis es mediante las guerras, las invasiones de otros países y la sumisión total de gobiernos títeres que permita apoderarse de los cada vez más escasos recursos naturales.
Ya es de noche. Ha llovido todo el día y sigue lloviznando. Hoy la temperatura llegó a menos de 12 grados y mañana será de sólo 6. Ta vez la próxima semana tengamos un poco de verano…