Nuevamente en Estocolmo. Nuevamente el orden, la limpieza y la puntualidad. El viaje fue relativamente rápido, pero ha dejado sus huellas. Salida de Maracaibo a las 10 y media, con un retraso de media hora, avión de la línea Aserca. Estuve en el Aeropuerto de La Chinita a las 6 y media, cuatro horas antes. Salida de Caracas, con TAP a las 16 horas y 20 minutos. Llegada a Lisboa a las 7 y 50, con retraso de una hora. Salida desde Lisboa a las 9 y media, con retraso de 50 minutos. Llegada a Arlanda, Suecia, a las 3 y media.
A las cuatro y media ya estaba entrenando en el gimnasio. Entrenamiento suave, de sólo hora y media, al igual que hoy.
Hasta ahí quedé el 12 de julio. No escribí más porque he tenido que preparar otros trabajos, tanto para mi actividad profesional como para un aporte político, analizando un importante documento que puede decidir el futuro de uno o más países.
He estado trabajando desde el día 12. Me he reencontrado con mis alumnos y con mis companeros de trabajo. Aún tengo el sueno un poco «cambiado». Se tarda algunos días en acomodarse al nuevo horario, con varias horas de diferencia entre Europa y Suramérica. Pero ya estoy inmerso en el ritmo de trabajo, disfrutando del mismo.
Durante el vuelo seguí leyendo algunos clásicos de la literatura, aunque me concentré más en los ensayistas, a partir del Renacimiento. En el gimnasio me he dedicado a leer geografía económica.
Espero poder escribir mis reflexiones sobre el último viaje durante los próximos días.