FRÍO EN ESTOCOLMO, EN PLENO VERANO

Esta mañana hacía mucho frío. Anoche llovió, como casi todas las noches. Y estamos en pleno verano. Más tarde salió el sol y hace un cierto calorcito. Hoy empecé a trabajar tarde y terminé temprano. No sé por qué pero me muero de aburrimiento. Leo mucho pero no tengo ánimo para escribir. Quisiera encontrarme con amistades, pero tampoco me dan deseos de salir a ningún sitio. Voy de casa a mi trabajo y de mi trabajo a casa, todos los días, aunque a veces me voy a recorrer algunos centros comerciales. Hoy fui a uno de estos y compré bastante ropa. Tengo que comprar ropa porque se me acumula ropa sucia, que no tengo donde lavar. Podría comprar una lavadora y secadora, pero no tengo dónde instalarlas.

Comprar ropa es relativamente barato si no hay urgencia de algo muy especial. Esta es la época de las realizaciones, en Suecia. Muchos negocios rematan la ropa con grandes descuentos y la variedad es mucha, como le corresponde a una sociedad de consumo. Yo compro aquella ropa que antes habían puesto a un precio rebajado en 50% y que vuelven a rebajar en otro 50%. Por lo tanto, un pantalón que costaba 300 lo puedo comprar en 75 o menos aún. Se trata de buscar las etiquetas rojas. La mayor dificultad es encontrar la medida adecuada, porque lo que más sobra a esos precios son las tallas muy grandes.

Hoy, recorriendo un supermercado, lamentaba no estar allí con alguno de mis hijos para comprarles algo. La distancia lo hace imposible. La relación con una madre no es buena y  es imposible tener contacto con uno de ellos. Otros viven muy lejos y tienen sus propias actividades. Y mi hija menor está al otro lado del Atlántico.

He reflexionado mucho sobre los últimos atentados y el último de todos no me sorprende. Estados Unidos es una sociedad enferma. Allí se impone la fuerza de las armas y del dinero. La mayoría de los jóvenes están alienados y no tienen un futuro con el que soñar. Cualquiera puede comprar armas en el comercio y llegar a  tener un arsenal como el joven de Denver. Así como el asesino de Oslo planificó al detalle sus acciones mortíferas, alimentadas por el odio racial y por su fanatismo fascista, el asesino de Denver planificó el atentado alimentándose de los mismos elementos que entregan los bodrios cinematográficos como Batman o El Hombre Arana, que aún no entiendo cómo hay público que vea esas basuras.

El estudiante de medicina se consideraba uno de los personajes de la serie del «súperhéroe». Me imagino cuántos otros Jokers habrá en Estados Unidos. Seguro que tantos como otros alienados en el mundo entero, que absorben todas la podredumbre que les entregan los medios de comunicación, la música comercial y la cinematografía.

Nota del 6 de agosto, 2012: SOBRE EL NUEVO ATENTADO EN EE UU.

Ya se calmaron las manifestaciones en España. Ya salieron los indignados y los sindicatos, en mucho menos cantidad que cuando los aficionados salieron a festejar el triunfo de la Eurocopa. Y ya regresaron a  sus casas. Algunos heridos y otros detenidos. La represión es muy fuerte y atemoriza a la mayoría. Por eso las formas de lucha deben diversificarse y se debe llevar a cabo una gran organización que plantee un programa de cambios de todo el sistema. El pueblo  debe unirse bajo las banderas de los partidos de izquierda más consecuentes. Los dirigentes de esos partidos deben aprender de sus experiencias y ser más combativos y decididos. Hay que buscar líderes que tengan claro lo que se debe hacer y que tengan capacidad de convocatoria, que sepan guiar y educar. Es el momento de que nazca una vanguardia que dirija al conjunto del pueblo por el camino de la verdad y de la Justicia Social. Es la hora de rebelarse contra la monarquía y contra la explotación inhumana del sistema capitalista. Pero, ¿Dónde están esos líderes? Tiene que haberlos. ¿Por qué no se dan a conocer? Hay que despertarlos y apoyarlos.

Lo que veo en el mapa mundial me desalienta. Son más las noticias negativas que las positivas. Somos muchos los que vemos lo que realmente pasa, porque sabemos leer entre líneas y porque conocemos la historia de cada pueblo, de cada continente. Pero la inmensa mayoría de ciudadanos del mundo no sabe lo que pasa. Ellos se dejan manipular por los medios de comunicación y por las declaraciones que dan de vez en cuando los gobernantes o personajes famosos, representantes de la Gran Burguesía mundial.

Lo único que me alienta es que cada día conozco a más gente que parece entender un poco más de lo que entiende la mayoría. Y es gente de distintas nacionalidades, de distintas culturas y religiones. Pero son pocos, muy pocos.

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