Ayer no me sentía muy motivado. Me dominaba el cansancio mental y no era capaz de escribir. La soledad en esta gran ciudad europea a veces deja caer su peso y atormenta. Por eso es fácil pensar en el futuro, a veces con esperanza, otras veces con un cierto pesimismo. ¡Hay tantas cosas que hacer y parece que nunca se alcanzará a hacer algo! Hay muchos proyectos que concretar y existe el temor de que sigan siendo sólo eso:proyectos.
Por eso he pensado (entre otras cosas) en la muerte; no como algo deseado ni temido. Sólo soy realista. La muerte está en cualquier sitio y puede llegar en cualquier momento. Todos los días mueren decenas de miles de personas en el mundo y las causas son muy diversas. Algunos casos de enfermedades crónicas y críticas pueden ser predecibles en un período de tiempo. Otros casos son totalmente imprevistos, se presentan de sorpresa. Un disparo al aire, un atentado, una catástrofe natural, un accidente de trabajo, de tránsito o de otra índole. A veces pueden ser accidentes absurdos, perfectamente evitables pero un pequeño descuido los ocasiona.
Durante el día fui esbozando un poema. Quería expresar en él lo que siento por la muerte. No es la primera vez que escribo sobre este tema. Pero creo que sólo ahora estoy en condiciones de explicarlo con suficiente claridad. Fue así como surgió esta modesta oda, que quiero compartir con mis amigos y amigas.
ODA A LA MUERTE
Sé que me esperas
que estás siempre cerca de mí
en las sombras o en la claridad
para llevarme a tu reino
de la inexistencia
No eres una figura negra
ni tienes una hoz
como te han pintado
durante siglos
No tienes forma ni color
no tienes maldad
ni simbolizas el castigo
No eres juez ni verdugo
ni mensajera del bien ni del mal
No está escrito en lugar alguno
el momento de nuestro encuentro
Nadie lo ha decidido, ni Dios ni el destino
Ni tú ni la vida son productos de un plan
son, simplemente un conjunto de casualidades
aunque coincidentes en matemáticos ciclos
No tengo temor de que vengas
pero tampoco te llamo
vendrás cuando ya no tenga fuerzas
para enfrentar las vicisitudes adversas
vendrás cuando ya sea el momento
de liberar pasiones contenidas
lágrimas de sufrimientos pasados
emociones de anteriores
etapas de inmadurez
Mis palabras se desvanecerán
en el tiempo y en el espacio
sin llegar a mis oyentes
ocasionales o predeterminados
Mis ojos ya no verán el amanecer dorado
ni los variados verdes de las plantas
ni el maravilloso blanco de la nieve
ni la sonrisa de una hija
Mis oídos ya no oirán
el trinar de los parajillos
en la alborada
ni el susurro de una dulce voz
junto a la almohada
ni la música de los clásicos
ni el llanto de un bebé
Sé que estás cerca, muy cerca
mucho más cerca
que en anteriores ocasiones
Mil veces casi me llevaste contigo
pero circunstancias favorables
me salvaron de tu abrazo
¿Cuántas más de esas circunstancias
volverán a separarme
de ese abrazo final?
Bienvenida seas cuando sea la hora
tal vez dentro de muchos años
tal vez dentro de un minuto
¿Cómo saberlo?
Mis fuerzas quizás me permitan
llegar a edad avanzada
pero quizás millones de microbios
ya han logrado invadir mi organismo
tal vez el día menos imaginado
un fulminante ataque me paralice
y mi corazón deje de palpitar
o mi cerebro deje de enviar señales
Si pudiera pedirte te pediría
que me dejaras terminar mi obra
después no importa cuándo
tu sombra me cubra
y me transporte sobre ese umbral
que tantas veces antes visité
En ese instante tal vez
me daré cuenta de tu llegada
o quizás nada note y me desvanezca
Los átomos de mis células
formarán nuevos organismos
y seguirá transformándose la materia
continuando su danza perenne
en masa y energía
en vida y en muerte
Nota del 5 de agosto, 2012: Al releer hoy este poema sentí que estaba incompleto. Por eso le agregué ocho nuevos versos, desde «En ese instante…»