Por esas cosas que pasan en la vida, estos días he reflexionado sobre la conducta humana y las decisiones que algunas personas toman, apartándose de toda lógica y sentido común. Se trata del desconocimiento total del razonamiento inteligente y del ensimismamiento ciego, provocado por ideas fijas, sin coherencia alguna. Es lo que denomino absurdo y eso me ha hecho recordar el teatro del absurdo, que se puede definir en la siguiente forma:
Movimiento teatral contemporáneo, influenciado por los movimientos de vanguardia franceses y por el existencialismo inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Se caracteriza por la destrucción del lenguaje y las técnicas tradicionales escénicas, y, en cuanto al contenido, la insistencia en mostrar al hombre ridículo en su necesaria lucha por hacer comprensible un universo ininteligible. Autores del movimiento son Boris Vian, Arrabal, Pedrolo, algunas de las obras de Günter Grass, Pinter, Albee, Beckett, etc.
He leido varias obras de ese género literario, entre ellas algunas piezas de Julio Cortázar.
Como literatura está bien. Los razonamientos y escenas absurdas nos llevan a abrir nuevas ventanas del pensamiento. Pero el absurdo en la realidad es algo negativo y dañino. Lamentablemente esto es tan natural y aceptable que ni siquiera se alcanza a percibir su existencia o las consecuencias de esa forma de actuar.
El comportamiento absurdo de algunas personas nos puede ocasionar graves daños y esas personas ni siquiera se dan cuenta de las consecuencias de sus acciones. Es como si hubieran sido creadas para contarrestar la lógica de la vida, pasando a ser el antítesis de la misma.
La vida continúa, como siempre. El verano ya está llegando a su término y las noches llegan más temprano. Por las mañanas a veces hay niebla. Hoy ha llovido como en verano, un verdadero aguacero.
Me inquieta la situación internacional. La intervención norteamericana en Siria parece inminente. Estados Unidos intervendrá, si lo desea, indiferentemente de si hay pruebas de la culpabilidad del gobierno sirio en el uso de armas químicas. Por supuesto que jamás se propuso invadir a Israel cuando su ejército usó bombas de fósforo o de uranio empobrecido contra el indefenso pueblo palestino. Entonces lo único que se hizo fue justificar la actuación del gobierno israelí. Las declaraciones de gobernantes europeos se limitó a calificar los crueles ataques israelíes como «uso desprioporcionado de la fuerza». Pruebas había más fue suficientes pero nadie hizo nada. Ahora, sin embargo, sin pruebas se justifica una acción ilegal, como primera fase de invasión para apoderarse de las riquezas naturales de Siria y dominar todo el Oriente Medio y África.
Sobre lo anterior he escrito en mi blog de ABC NOTICIAS NESTOR.
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