Mi trabajo es muy grato, me llena de satisfación la mayoría de las veces. Los alumnos que realmente desean aprender logran buenos resultados si se les dan las instrucciones correspondientes. Pero hay mucha gente que no entiende las exigencias del sistema sueco y tratan de economizar dinero al máximo, lo que es comprensible, por lo caro que sale en Suecia prepararse para obtener la licencia de conducción. Suecia es, sin dudas, el país más caro del mundo en la prestación de este servicio. Y aquí no existe otra posibilidad que la legal, nadie puede comprar su licencia de conducir, como se hace en otros países.
Los alumnos vienen de diversas familias, tanto suecos como extranjeros y de todas las clases sociales. Algunos tienen buena preparación profesional, otros son personas con baja preparación. Tanto los unos como los otros tienen poca preparación ideológica, salvo algunas excepciones. Me refiero a que no tienen conocimientos de política nacional o internacional, sobre sistemas de gobierno, historia o de otras materias que tienen que ver con la vida social, el reparto de las riquezas y recursos que generan las empresas o el Estado. Menos conocimientos tienen aún sobre los verdaderos problemas y las verdaderas causas de esos problemas en los países del Tercer Mundo. No obstante, por lo general, pueden surgir interesantes conversaciones con ellos. Y de cada conversación se aprende mucho. En el poco tiempo que trabajamos juntos en su preparación llegamos a tener una amistad (circunstancial, limitada en el tiempo) que muchas veces es intensa. Nace una especie de confianza mutua y se intercambian ideas y experiencias. Pero una vez que el alumno termina su preparación y obtiene su licencia, el contacto se interrumpe en forma directa.
Por lo general, es muy reconfortante impartir clases pero hay veces que no dan deseos de trabajar (con algunos alumnos). Se trata de aquellas personas que, de una u otra manera, tienen muchas dificultades motóricas o psíquicas para aprender o no tienen interés en hacerlo bien. Estos son casos excepcionales, uno de cada 200 o más. No faltan quienes ya creen saberlo todo o que se consideran tan capaces que creen que pueden aprender cualquier cosa en corto tiempo y sin esfuerzo. En este último grupo hay más casos pero son una minoría. Pero lo peor de todo son aquellas personas que no cuidan su higiene y que huelen mal. Para colmo, yo soy extremadamente delicado en lo que respecta a malos olores. No los soporto y me asusta el hecho que el olor es un compuesto de gases con partículas y posiblemente microbios, pueda afectar mi salud. El olor son moléculas en una mezcla de gas, por lo tanto, es materia. Lo que no sé es si esas moléculas tienen alguna característica contagiosa. He investigado al respecto pero no he obtenido buenos resultados. Sin embargo, en la página web de una revista de divulgación científica de una universidad de Veracruz he encontrado la siguiente descripción:
El proceso del olfato sigue estos pasos:
1. Las moléculas del olor en forma de vapor (compuestos químicos) que están flotando en el aire llegan a las fosas nasales y se disuelven en las mucosidades que se ubican en la parte superior de cada una de ellas.
2. Debajo de las mucosidades se encuentran las células receptoras especializadas, también llamadas neuronas receptoras del olfato, las cuales detectan los olores.
3. Las neuronas receptoras del olfato transmiten la información a los bulbos olfatorios que se encuentran en la parte de atrás de la nariz.
4. Los bulbos olfatorios tienen receptores sensoriales que en realidad son parte del cerebro y que envían mensajes directamente a los centros más primitivos del cerebro, donde se estimulan las emociones y memorias (estructuras del sistema límbico), así como a los centros “avanzados”, donde se modifican los pensamientos conscientes (neocorteza).
5. Estos centros cerebrales perciben los olores y tienen acceso a recuerdos que nos traen a la memoria personas, lugares o situaciones relacionadas con esas sensaciones olfativas.
6. Finalmente, el epitelio olfativo tiene unas glándulas encargadas de segregar una solución enzimática cuya misión es eliminar las moléculas olorosas que han excitado las neuronas correspondientes, limpiando en cierto modo la mucosa olfativa de las sustancias presentes en ella ya detectadas. VER PÁGINA WEB.
Sea como sea, los olores de personas que no se lavan los dientes o que no se bañan o no se cambian la ropa impregnada en sudor de mucho tiempo, es muy desagradable. Y el estar sentado junto a una de esas personas durante 80 minutos es aún más difícil de soportar. Ayer conduje con una alumno que cada vez que abría la boca para decir algo parecía que todo el vehículo se llenaba con su mal aliento. Para contrarrestar ese mal olor yo suelo abrir las ventanillas del automóvil, aunque deba pasar frío. Pero no es suficiente con abrir las ventanillas. Por eso, con estos alumnos trato de no hablar, menos hacer preguntas. Prefiero que no hablen. Sin embargo, es imposible tener una lección sin comunicación verbal.
Pero -como he dicho antes- con la gran mayoría de mis alumnos las lecciones son muy agradables y reconfortantes. Hace un par de días, el padre de una de mis alumnas la acompañó en su lección. Es algo que hacen muchos padres, parientes o amigos que ayudan a los aspirantes a licencia de conducir, algo que yo recomiendo para que sepan en qué nivel estamos practicando. La lección tuvo muy buen resultado. La alumna es muy hábil y atenta, siempre escucha con atención y sigue my bien mis instrucciones. Casi al término de la lección le pregunté a su padre en qué trabaja. Cual no fue mi sorpresa el saber que es jefe de la policía de Estocolmo, especializado en las salidas de emergencia de las patrullas policiales. Fue muy agradable oír sus elogios por mi trabajo y que además me dijera que incluso él había aprendido cosas importantes en la lección. Se refería a la parte pedagógica. La muchacha me confesó al día siguiente que antes habían surgido discusiones entre ambos, algo normal cuando los miembros de una familia, uno como alumno y el otro como instructor, hacen prácticas juntos. Fue un nuevo éxito profesional.