No se fácil llevar la vida que llevo en Suecia, con éxitos en mi trabajo y sin grandes dificultades mientras en otras latitudes hay gente que muere sin haber motivo para ello o que sufre hambre y muchas injusticias. Mi pensamiento va en estos días a Venezuela, aquel hermoso país en donde se intenta construir una nueva sociedad, que permita a todos el acceso a la educación, a la salud y la vivienda. Específicamente mi pensamiento va a Maracaibo, donde una niña de cuatro años vive en constante peligro, como millones de otros niños y niñas en Venezuela. Sólo a unos 100 metros de su vivienda hay «valientes» estudiantes violentos quemando cubiertas y basura, ocasionando humaredas que penetran en los hogares y afecta a sus habitantes. A solo unos dos metros de la habitación donde duerme tocan las cacerolas los vecinos. tanto los que queman cubiertas y basura como quienes tocan las cacerolas están empapados de odio, que no los deja razonar ni pensar en el daño que ocasionan, un daño que se hacen a ellos mismos, porque ellos también aspiran los gases venenosos y también dañan sus oídos. La niña y su madre han enfermado a causa del humo. Y durante dos semanas han estado obligadas a permanecer en su casa. Los alimentos se van terminando. Las medicinas también. Conozco muy bien a todas esas personas, tanto a las víctimas como a los vecinos. Me cuesta entender cómo personas normales, con las que se ha conversado en múltiples oportunidades y han mostrado simpatía, de pronto se transforman en verdaderos monstruos.
Los ataques son a todo nivel y a todas las personas que son chavistas o que se supone que lo son. Famosos artistas y deportistas son acosados, se les cierra las calles de sus viviendas y se amenaza o hiere a sus familiares. O simplemente se los asesina. Me referiré por ahora solo a dos casos: uno es el asesinato de un motorizado que se atrevió a quitar escombros en una calle para poder pasar; otro es el acoso y amenazas al nuevo presidente de Tves, una televisora pública, Winston Vallenilla.
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ATAQUES A WINSTON VALLENILLA, ANIMADOR DE TELEVISIÓN
OTRO ASESINATO, OTRO MOTAXISTA, ESTA VEZ CON UNA BALA