Reconfortante fue dar un paseo por Uppsala, donde vive mi hija mayor. Larga conversación y descubrimiento de soluciones, optimismo. Con problemas de salud y prisionera en la burocracia sueca, mi hija no lo tiene fácil en estos momentos, pero creo que se superará y podrá llevar una vida normal en un futuro cercano. Creo que la conversación de hoy nos ha acercado más, después de muchos años en los que no hemos tenido un contacto muy fluido. A partir de hoy ella leerá el libro que mi hija de 16 y yo estamos leyendo. Compartimos todos el mismo interés por el conocimiento de la vida biológica y la investigación científica. Ojalá surjan más temas de interés que nos hagan coincidir.
Es reconfortante poder reencontrarse con una hija con la que una vez hubo una gran unión y que luego se interrumpió a causa de malos entendidos y errores de inmadurez, por ambas partes. Tuvieron que pasar más de 20 años para que nuevamente lográramos, por fin, un buen contacto.
De mi hija venezolana no sé mucho durante estos días. Espero que los ánimos se hayan calmado en Maracaibo, donde ayer murió uno de los terroristas, al explotarle un mortero que estaba utilizando para atacar a los efectivos de la Guardia Nacional, que intentan mantener el orden en esa ciudad. El suceso ocurrió en El Naranjal, lugar que conozco muy bien, a sólo unas manzanas de donde viven mi hija y su madre.