LA POBREZA Y LA MENDICIDAD: CUÁL ES LA SOLUCIÓN. PRIMERA PARTE.

Los últimos días antes de fin de año tuve un intercambio de mensajes con una persona que aprecio mucho y con quien existe un fuerte lazo familiar. No tengo mucho contacto con ella. La distancia y nuestras respectivas actividades nos impiden tener un mejor acercamiento.

Nuestras formas de ver la vida son muy distintas, aunque en algunos aspectos tenemos cierta convergencia. El intercambio de mensajes comenzó por algo muy sencillo: ella me pedía consejos sobre idioma (e diosincracia) para poder ayudar a una muchacha rumana que vive en la indigencia. Su actitud altruista y generosa merece todo mi respeto. Lamenté no poderla ayudar, puesto que no se trata de problemas lingüísticos sino de saber si alguien se puede molestar cuando se le ofrece algún tipo de ayuda, como era su temor. Sin embargo, le dí consejos de cómo ayudar, sin necesidad de pensar mucho en cómo esa persona pueda reaccionar. Nadie se puede ofender si se le ofrece ayuda de forma desinteresada, por el tipo de ayuda que se brinda. Sin ánimo de ofender ni de criticar, le manifesté que tal vez dar limosnas no es la forma adecuada de ayudar. La solución no es regalar cosas sino contribuir a solucionar el problema de fondo: el origen de la pobreza. Y para eso es necesario cambiar todo el sistema estructural de la sociedad capitalista.

El problema de la indigencia de gitanos rumanos es un fenómeno que nació hace algunos años, desde que la Unión Europea aceptó integrar a varios países de los que antes tuvieron sistemas de gobiernos supuestamente socialistas. Ya antes había en Suecia muchos gitanos de origen finlandés y de otros países. Muchos de ellos se acogían a los beneficios que brindaba el estado sueco a través de entidades como el Seguro Social, que les solucionaba los problemas de vivienda y comida. Aún hoy siguen beneficiándose muchas de esas personas de tales servicios. Por supuesto que no se puede generalizar porque hay familias de origen gitano que se adaptan a la sociedad, trabajan y/o estudian y aportan con su creatividad y esfuerzo al funcionamiento del sistema. Lo triste es que hay mucha gente que se dedica a sólo aprovecharse de los beneficios de la sociedad sueca, obtenida gracias a los altos impuestos con los que deben pagar los trabajadores. Las empresas también pagan altos impuestos pero los pueden descontar como gastos.

Recuerdo una conversación de hace algunos meses en un restaurante. Una mujer gitana aconsejaba a otra de cómo debía hacer para obtener los mayores beneficios posibles. Le decía que, además del dinero que obtenía trabajando de forma ilegal, debía acercarse a las oficinas del Seguro Social para que le dieran ayuda para la comida, «que era su derecho». Este es un problema que afecta a  muchos países europeos: el trabajo ilegal o «al negro». Mucha gente que viene de otros países trabaja en forma ilegal para empresas (por lo general de servicios y de la construcción)  que se aprovechan de su situación de indocumentados o de refugiados. Les pagan salarios muy bajos, sin garantías sociales. Así esas empresas obtienen más y mejores contratos, lo que les permite competir con otras empresas y gracias a ello obtener mayores ganancias. Pero también hay gente que no tiene posibilidades de obtener trabajo o que no se interesan por trabajar. Mucha de esa gente se dedica a la delincuencia (tráfico de drogas, robos y asaltos), a la prostitución o a mendigar. También hay gente que, además de trabajar se dedica a las actividades delictuales o de mendicidad y que se benefician del sistema de ayudas del Estado sueco o de otros países.

Lo anterior influye en el creciente apoyo que los ciudadanos europeos dan a los partidos nacionalistas y/o racistas. Lamentablemente, ni los partidos tradicionales de gobierno ni de oposición  tienen programas eficaces de solución a este grave problema. Los partidos nacionalistas se atreven a referirse a los problemas derivados de la inmigración. Muchos de sus planteamientos son correctos pero no son compartidos por otros partidos, que tienen temor de ser acusados de racistas o de simpatizar con los grupos racistas. El Partido de los demócratas suecos, por ejemplo, ha propuesto prohibir la mendicidad, lo que ha sido rechazado ampliamente por los otros partidos, en lugar de aceptar la propuesta, condicionándola a soluciones alternativas, en las que el estado debe ocuparse de encontrar esas soluciones. Por lo menos se debe contemplar la posibilidad de hacer un plebiscito sobre ese tema, como se hizo recientemente en Noruega y que dio como resultado el rechazo a la ley. El problema es que la ley tenía una parte muy negativa. De haberse aprobado, no sólo se castigaba la mendicidad sino también a quienes dieran limosnas, algo muy absurdo  (VER) .

Como en una serie de otros problemas relacionados con la inmigración, lo que deben hacer los partidos políticos es reconocerlos y buscar soluciones, no negarlos ni aparentar ser humanitarios, cuando en el fondo no lo son mucho. De lo contrario serían más solidarios con quienes sufren injusticias, hambre y miseria en otros países y en otros continentes.

ENLACES:

SOBRE LA POBREZA Y LA DELINCUENCIA

CAUSAS Y FACTORES DE LA POBREZA

LA CONCENTRACIÓN DE LA RIQUEZA EN EL ORIGEN DE LA POBREZA

LA MENDICIDAD COMO PROFESIÓN, BURGOS. ESPANA

CÓMO LEER MIS BLOGS

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