MUNDO REVUELTO, IMPOSICIÓN DE UN SISTEMA Y «HAZAÑAS» DE POLICÍAS ASESINOS

Nada es como quisieras que fuese, a menos que tengas la posibilidad de influir en las decisiones para llevar a cabo algún tipo de actividad o  en la forma de gobernar a distintos niveles y en distintos países. Cuando no existe esa posibilidad de influencia, aunque fuese mínima,  se siente un enorme vacío en nuestro interior. Esa falta de influencia puede llevarnos a la inactividad intelectual. Creo que eso me ha sucedido. El mutismo y el aislamiento voluntarios me han transformado en una especie de mueble, ente sin vida. No, no estoy enfermo ni sufro de depresión ni tengo fobia alguna. Me siento tan normal como cualquiera. De hecho hace algunas semanas me hice un examen de salud porque sospechaba que tenía alguna enfermedad oculta. Pero el resultado fue sorprendente, más para el médico que para mí. Estoy completamente sano y no muestro síntoma alguno de enfermedades que a mi edad suelen ser comunes. No me he sometido a otro tipo de examen, ni psicológico ni pisiquiátrico, aunque creo que en la parte mental tampoco tengo síntomas que revelen algún tipo de anomalías. La ignorancia de más de un médico podría haber hecho un diagnóstico errado, si regresara en el tiempo a algunas décadas atrás, si el examen se hiciera entonces.

Hace mucho tiempo que no escribo. No tengo inspiración para hacerlo. Tengo mucho que decir pero me es difícil elegir el tema principal o inicial. Es como si tuviera que construir un edificio y tengo todos los materiales, los planos y el personal para llevar a cabo los trabajos. Pero no sé por qué lado empezar o me da los mismo que el edificio se construya o no porque una vez realizada la obra nadie se va a preocupar de sacarle provecho. Es una sensación como de que se trataría de predicar en el desierto y esperar que el viento y la arena me respondan.

En el terreno profesional me siento satisfecho. Obtengo muestras de afecto diariamente, de parte de mis alumnos. En dos días de esta semana tuve cinco alumnos que fueron aprobados en su examen de conducción, un récord para mí y para cualquier otro instructor de choferes en toda Suecia. Algunos de mis ex alumnos han escrito en el libro de visitas de la autoescuela donde trabajo actualmente (VER PÁGINA). Allí se pueden leer los comentarios (en sueco) de varios de mis alumnos como Saga, Marcus, Rita, Ann, Hanna, Yana, Daniel, Slobodan, Ludwig, Elin G, Francis, Ellin W, y muchos otros. Esta semana he recibido muchos regalos y tarjetas de agradecimiento. Y cada día conozco a muchas personas a las que puedo ayudar y con quienes se obtienen resultados sorprendentes. Claro, para quien no vive en Suecia no entendería esto, porque obtener la licencia de conducir es muy fácil en otros países. En Suecia las exigencias son extraordinariamente grandes y hay que superar muchas barreras. Modestamente, yo contribuyo a facilitar esa superación de barreras y cambiar sus vidas en forma radical. Por eso, en el terreno personal me siento satisfecho y contento. Pero no ocurre lo mismo con respecto a lo que ocurre en el mundo.

Veo el desastre ecológico que hay en el mundo y cómo el capitalismo y las grandes empresas que lo sustentan se vitalizan y se adueñan del planeta entero, con una facilidad increíble. Y cuando digo capitalismo no me refiero sólo a la ideología en sí ni al sistema económico propiamente tal sino más que nada a quienes se empeñan en implantarlo a toda costa, aplastando la soberanía de muchos países, aunque estos ni siquiera representan una amenaza para su hegemonía. Para ello se recurre a estratagemas minuciosamente programadas, desde sabotajes (como es el caso de Venezuela) y acusaciones falsas contra gobernantes (como es el caso de la presidenta Argentina, Cristina Fernández) o contra grupos de independentistas que han osado rebelarse cuando se les ha impuesto un régimen fascista (como es el caso de una gran parte de Ucrania). Se intenta ahogar económicamente a los que se considera enemigos. Se les impone sanciones de todo tipo, sin respetar sus gobiernos ni a quienes eligieron a esos gobiernos. Se llevan a cabo atentados de todo tipo, que se confunden con atentados ocasionados por grupos terroristas. Las policías de muchos de los países de la «Santa Alianza» matan a diestra y siniestra a sospechosos de delincuencia. Uno de los casos actuales es el asesinato de un ciudadano mexicano en Estados Unidos (VER VÍDEO). En Dinamarca matan a un sospechoso de los atentados terroristas contra una sinagoga en Copenhague  (iglesia judía)este fin de semana (VER VÍDEO). En ambos casos se dispara a matar, no a neutralizar al sospechoso. Los policías estadounidenses persiguen al mexicano y le disparan repetidas veces hasta dejarlo sin vida, en lugar de haber disparado a sus piernas. El hombre estaba desarmado. Según la policía éste les lanzaba piedras. Era su forma de defenderse. Pero ellos eran tres y disparaban… ¿Se justifica el ajusticiamiento? En el caso del sospechoso (que curiosamente es judío) se aduce que el hombre les disparaba. Pero… ¿No era conveniente dispararle a las piernas en este caso también y así poder interrogarlo para saber si realmente era culpable? ¿Puede alguien sentirse seguro en alguno de estos países, donde la prioridad es acabar con un sospechoso que huye  y cualquiera puede convertirse en sospechoso si es está en el lugar equivocado en un momento determinado por la casualidad?

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