En ninguno de mis artículos escribo sobre mi situación sentimental. Considero que es algo que se debe mantener en privado. Sí escribo a veces sobre experiencias personales de hace mucho tiempo, sobre recuerdos de algunas antiguas relaciones sentimentales o de amor platónico, sobre estados emocionales o sobre mis sentimientos y apreciaciones con respecto a lo que sucede en el mundo, ya sea en el terreno político, económico, guerras, conflictos ocasionados por la opresión y represión que algunas clases sociales mantienen sobre otras. Me asustan e indignan los atentados terroristas, los asesinatos en general, la impunidad de algunos gobiernos cuando protegen a criminales, lo absurdo de los mecanismos que muchos sistemas judiciales emplean, los cuales favorecen a quienes tienen más dinero, como las fianzas millonarias que se imponen y salvan a muchos criminales de cuello y corbata, algo que los pobres no tienen posibilidades de aprovechar.
Por supuesto que me gusta opinar sobre muchos temas que interesan a todo el mundo y que son tan antiguos como la existencia misma de las sociedades humanas. Uno de esos temas es el amor de pareja o el amor que se siente por alguien, un sentimiento que es tan necesario como el aire para respirar.
No podríamos decir que el amor nació cuando un ser unicelular se unió a otro para reproducirse. Ni tampoco podemos hablar de amor cuando los animales se aparean para preservar su especie. Todo eso no son más que instintos, que aún prevalecen en los seres humanos. Es más, esos instintos son necesarios para que surja el amor. Los instintos son suficientes para satisfacer necesidades fisiológicas y, por supuesto, para la reproducción. Pero no son suficientes para que surja el amor. Por eso no podemos hablar de amor cuando una pareja de jóvenes se encierran en un baño a fornicar o cuando un hombre visita un prostíbulo. El amor es algo de lo que sólo una parte de la población es capaz de sentir realmente. El amor es el deseo de hacer el bien por alguien, que ese alguien sea feliz y por quien se pueda renunciar a la propia felicidad. El amor es entrega de sí mismo sin esperar recompensa alguna. Ese amor puede hacer que quien ame sufra, muchas veces en silencio, por no ser capaz de expresar su sentimiento, por el temor al rechazo.
El amor, como otros sentimientos, no se puede dirigir. Es algo que se siente y que aumenta o disminuye sin que podamos hacer algo por evitar su evolución. Es como si fuera un ser vivo dentro de nosotros, que nos domina y nos desgarra a veces y otras nos llena de regocijo. Es algo que nos hace soñar, que nos llena de energía, haciéndonos capaces de superar cualquier obstáculo o creer que somos capaces de las más audaces acciones. Pero también nos hunde como un barco arrastrado por un enorme monstruo cuando la persona amada es indiferente o rechaza ese amor. Entonces se pierden las fuerzas y hasta el deseo de vivir. Empieza a dominar la indiferencia a todo, nada es importante. Lo único importante era el sueño maravilloso que termina con un violento despertar.
Pero el ser humano tiene recursos para volver a levantarse después de una derrota. Puede sentirse la sensación de que nunca se va a superar el dolor, que no existirá jamás alguien como la persona con la que se ha sentido atraído. El más importante recurso que tiene el ser humano es su deseo de vivir y su capacidad de raciocinio. Pasarán meses, años o decenios de angustia, pero finalmente se impondrá la razón y se logrará olvidar. Siempre se abrirán nuevas ventanas y nuevos caminos. La vida está llena de posibilidades. Quien sufre por amor logra darse cuenta de que no vale la pena amar a quien no merece su amor, que no valen la pena los llantos en la oscuridad ni el insomnio, que siempre habrá alguien que esté buscando su compañía.
Quien ha leído hasta este punto tal vez se sienta identificado. Pero no hay que olvidar una cosa importante, que el amor que he descrito más arriba en realidad no es un amor puro. Está contaminado por el deseo de reciprocidad. El amor puro no espera que la persona amada le corresponda. El amor puro sigue y nunca se muere.
He reflexionado sobre esto el día de mi aniversario, que fue ayer. En todos mis aniversarios reflexiono más que lo normal, o tal vez menos, depende de cómo me siento ese día. Para mí es un día normal, un día de trabajo, nada más. Pero me da la sensación de que vuelvo a nacer.
Me gustaría citar uno de los poemas que más me han conmovido en mi vida adulta, escrito por Pablo Neruda. Se trata del Poema 20.
«Puedo escribir los versos más tristes esta noche
escribir por ejemplo, la noche está estrellada…»
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Una cantante chilena, Ginette Acevedo, le puso más magia al poema:
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He escrito algunos poemas relacionados con el amor, que están repartidos en algunos de mis blogs. Otros están durmiendo, descansando en antiguos archivos. He rescatado uno de ellos, muy simple:
GRACIAS POR NO QUERERME
Gracias, por no quererme
por tu indiferencia y tu frialdad
por terminar con mi sueño
y hacerme aceptar
la cruda realidad
soñaba cada día por verte
por sentir en mis brazos los tuyos
y junto a tu mejilla la mía
Soñaba, sí soñaba
sólo era un sueño y lo sabía
pero una estúpida esperanza
me hacía pensar
que no sólo un sueño sería
egoísta de mí por sólo imaginar
que tú también me querrías
Insensatez, estupidez
ceguera imperdonable
Un día el error cometí
de confesarte mi sentimiento
horror de horrores
apenas dichas las palabras
me arrepentí de pronunciarlas
mortal no debiste mirar hacia la luna
que la luna muy lejos de tí está
y jamás la podrás alcanzar
díjome una voz interior
como un juez implacable
El desenlace llegó también implacable
no sólo hubo indiferencia
sino también estabas ofendida
vinieron las disculpas
y el arrepentimiento
deseando de que la tierra
debajo de mí se hundiera
y me arrastrara hacia a los senderos
de Dante en el infierno
La confesión fue el detonante
de un volcán en erupción
que una vez erupcionado
ya habiéndose enfriado la lava desprendida
y las cenizas depositadas con calma
sobre bosques y praderas
una vez expresada una verdad
y recibida la sentencia
vino la calma la resignasión y la sensatez
Por eso, gracias
porque ahora te podré olvidar
Y ahora un poema de verdad… del ecuatoriano José Alonso Escorza VER ENLACE.
En este, mi blog personal, he escrito algunos artículos relacionados con el tema del amor, que me gustaría recomendar. Pero he encontrado el siguiente, en Internet, que me parece bueno. VER ENLACE.