Llevo algunos días gozando de una felicidad que creo no merezco. Después de entrenar me siento como si hubiera nacido nuevamente. La mente despejada, los pulmones llenos de aire y todo el organismo funcionande casi perfectamente. Lo del casi es por algunas molestias menores que no merecen siquiera la definición de síntomas de enfermedad. Todos los planes económicos y laborales funcionan bien y la comunicación con mis compañeros de entrenamiento en el gimnasio y con mis alumnos es excelente. Los resultados son buenos para todos y la cordialidad predomina en el trato entre nosotros. Todo eso hace que me sienta muy bien y feliz.
Pero esa felicidad es una felicidad egoísta. Yo estoy bien pero sé que muchas personas que dependen de mí no lo están. En Venezuela tengo una hija, por ejemplo, que sufre de muchas necesidades, a causa de los sabotajes que se llevan a cabo en ese país. Otros hijos míos también tienen grandes dificultades, tanto económicas como de salud. Lamentablemente, por uno u otro motivo, no los puedo ayudar.
En muchos países, milones de familias padecen de hambre, son acosadas por bandas terroristas o delincuentes comunes o por los ataques de ejércitos o aviación de otros países. En todas partes -incluyendo los llamados países desarrollados- se cometen grandes injusticias. La decidia de gobiernos, la mala administración de los recursos económicos en sistemas burocráticos que favorecen a las grandes empresas y a los corruptos, mantienen en la miseria a muchos hogares.
Qué podemos hacer contra todo eso? No mucho. En mi caso, lo único que puedo hacer es escribir. Pero no me siento en condiciones de hacerlo ni tengo tiempo para ello. Admiro a aquellas personas que sacrifican sus comodidades y se dedican por completo a la lucha social. No estoy a su altura y nunca lo estaré. No tengo la misma capacidad que ellos tienen o han tenido ni tampoco tengo suficiente voluntad. Una de esas personas es el genial escritor uruguayo Eduardo Galeano (VER VÍDEO), sobre quien me gustaría escribir un artículo y dedicarle un poema. Eduardo era uno de los más grandes, visionario y sabio. Su muerte me impactó y me ocasionó una gran tristeza. Eduardo Galeano supo mostrar la verdad sobre lo que ocurre en América Latina y en el mundo entero. Esa verdad ha sido señalada por muchos otros escritores y políticos de izquierda, pero Eduardo supo mostrarla de una manera sencilla y clara, de tal manera que cualquiera la pudiera entender.
Me duelen todas las injusticias que se cometen en el mundo, tanto aquellas ocasionadas por los sistemas económicos, con sus estructuras administrativas que están al servicio de una élite, como los actos individuales o de grupos de fanáticos religiosos que torturan y asesinan a gente inocente. Los últimos actos son más impactantes, porque son ocasionados por explosiones, balas o armas blancas, corre la sangre y proliferan los restos de cadáveres o mutilados. Los primeros no se ven pero se reflejan en mayor cantidad de muertos, heridos, lesionados de todo tipo, tanto física como mentalmente. También se reflejan en la miseria, el hambre, la ignorancia extrema y la enajenación mental. Tanto los primeros como los segundos tienen su origen en la explotación imperial y colonial de todos los tiempos, desde los antiguos imperios que dominaban Asia, Europa y parte de África, pasando por los imperios coloniales que dominaron África y América (que expoliaron esos continentes de sus mayores riquezas naturales) hasta el imperialismo actual, representado por Estados Unidos y las potencias europeas. Son los mismos de siempre, que representan a quienes sobresalieron en las guerras y masacres contra pueblos enteros. Son los herederos de los antiguos esclavistas, de los nobles de la Edad Media y del Absolutismo. Son los descendientes de generales, latifundistas y banqueros. Antes se refugiaban en la «palabra de Dios», desde aquellos que se consideraban «divinos» hasta quienes se han disfrazado de progresistas que defienden la «democracia» más otros conceptos y valores que sólo sirven para esclavizar más a la gente. Son conceptos que han sido tergiversados y adaptados para defender sus intereses. Por supuesto que no todos son descendientes de reyes, virreyes, duques, condes y una interminable lista de nobles (muchos de los cuales aún gozan de privilegios especiales en, por ejemplo, el reino de España). No todos son descendientes de generales, latifundistas y banqueros. También hay muchos que son hijos de nuevos ricos, que han tenido la suerte de acumular riquezas gracias al lavado de dinero, al narcotráfico, a la especulación, a la corrupción y una serie de actividades lícitas o ilícitas que supieron aprovechar gracias a su astucia , a su carencia de escrúpulos y a su avaricia. Por supuesto que también hay gente que se ha esforzado y se ha sacrificado mucho para llegar a obtener una situación económica privilegiada. Pero todos ellos, tanto los herederos de los antiguos nobles y esclavistas como los «nuevos ricos» se han beneficiado de las regalías que les ha ofrecido un sistema burocrático, especialmente adaptado para que unos pocos puedan llegar a la cúspide mientras el resto de la población (los explotados de todo tipo) se mantengan en la pobreza.
Lamentablemente, hasta ahora todos los intentos de instaurar un sistema socialista han fracasado. Lejos de obtener el ansiado estado igualitario donde «la tierra dé todos sus frutos y la dicha en nuestro hogar» o «el trabajo sea el sostén que a todos de la abundancia hará gozar» lo que se ha obtenido es mayor miseria y desigualdad. No me referiré ahora a ningún proceso socialista, ni de aquellos que surgieron con la Revolución bolchevique ni de los actuales. Pero, lamentablemente todos parecen destinados a ser sólo una etapa más del afianzamiento del neoliberalismo. La máxima del Ché tiene más vigencia que nunca: «es imposible hacer socialismo con las herramientas melladas del capitalismo». Y lo que se hace es justamente utilizar más las herramientas del capitalismo para construir un sistema socialista. Es como construir una casa con la madera podrida de otra casa que se intenta demoler por no tener ya utilidad.
Por eso y por mucho más, aunque gozo de bienestar y salud, lo que me otorga felicidad, no puedo ser feliz completamente. Me gustaría que todos los seres humanos fuésemos felices, que nadie de aproveche de nadie, que nadia abuse de nadie y que nadie asesine a nadie.