Continuación a la entrada del 3 de mayo.
Eso de la metamorfosis permamente, como la imagino yo, es el ciclo normal de vida para cualquier ser viviente e incluso para la vida de los planetas, galaxias y de todo el universo. Nuestros organismos se van renovando y cambiando, tanto por causas inherentes a nuestros genes como a factores exteriores, ajenos a nuestros universos interiores. Nuestros organismos están conformados por nuestros esqueletos, músculos, órganos, etc y además estamos «poblados» por trillones de microorganismos que actúan en distintas formas en nuestro interior. Algunos nos ayudan a nuestro desarrollo y óptimo rendimiento; otros se ocupan de limitar nuestras posibilidades de supervivencia. Hay guerras permanentes entre nuestros anticuerpos, nuestro plasma sanguíneo, nuestras bacterias «amigas» y los agentes que intentan invadirnos y devorarnos lenta o rápidamente, dependiendo de nuestra capacidad de defensa. Algunas bacterias amigas se pueden convertir en enemigas si se produce un desequilibrio, al aumentar excesivamente su población. Nuestro propio organismo se puede equivocar y crear células que aparentemente tienen la misión de defendernos pero en lugar de ello nos atacan, como es el caso de las célúlas cancerígenas.
Muchas veces somos nosotros mismos los que ocasionamos daño a nuestros organismos, la mayoría de las veces por ignorancia y otras tantas por negligencia, por mala alimentación, por falta de ejercicio físico o por exceso de trabajo o la forma en que realizamos nuestros trabajos. Por eso hay que intentar descubrir a tiempo las causas de nuestros descuidos y encontrar una solución.
Hace muchos años empecé a padecer de una molesta y dolorosa enfermedad. Nunca supe exactamente lo que fue porque los exámenes médicos que me hice en esa época fueron deficientes. Creo que fue inflamación del nervio ciático (VER) pero también pudo ser lumbago (VER) o una hernia discal lumbar (VER). Rechacé los calmantes que me dieron los médicos, después de haberlos usado sin que eliminaran los síntomas. Durante un año sufrí mucho con esa dolencia, muchas veces sin siquiera poder caminar. En cuaquier posición tenía dolor. Levantarme de la cama, entrar o salir de un automóvil eran tareas increíblemente dolorosas. Esas dolencias se repitieron muchas veces, a lo largo de 15 o veinticinco años. Gracias a la natación y al entrenamiento físico en gimnasios logré superar esa enfermedad. Lo mismo sucedió con dolores en las rodillas. Estuve a punto de hacerme un examen en el que se introducen metales para descubrir si tenía problemas con los meniscos. Me arrepentí en los últimos minutos y con el tiempo las dolencias desaparecieron, también gracias al entrenamiento físico.
En mi mano derecha tuve, hasta hace muy poco, una dolencia que pudo ser causada por varios motivos. El principal fue la presión ejercida con mucha fuerza por una ex esposa, en el momento de dar a luz a uno de mis hijos. La dolencia se mantuvo o aumentó a causa de trabajar mucho con el ratón del ordenador (computadora en América Latina). Esto último son meras sospechas. A veces llegué a creer que sufría del síndrome del túnel carpiano, pero no he tenido los síntomas característicos de esa enfermedad, sólo dolor (VER). No obstante, desde que sospeché que el ratón era responsable del aumento de la dolencia empecé a alternar mis manos y mis dedos, para no usar siempre la mano derecha y el dedo índice. Actualmente el dolor ha desaparecido por completo. Creo que en este caso también ha influido el entrenamiento físico en el gimnasio.
No voy a hablar sobre mi dolencia en el cuelllo, que he descrito en una entrada anterior. Pero debo volver a hablar de una inflamación en el romboides mayor, que creo es el afectado:
El 1 de mayo surgió una inflamación en ese músculo. A los dos días empezó a desaparecer y pude entrenar suavemente unos cuatro días después. Siete días más tarde volvió a inflamarse pero no en la misma forma que la primera vez. El dolor no era tan agudo y duró menos tiempo. Seguí entrenando en forma suave. A la tercera semana volvió a inflamarse (ayer) pero el dolor es más suave que antes, a pesar de haber entrenado más duro en el gimnasio. Esta vez he aplicado la crema inflamatoria (con la punta de de un dedo que logra llegar a ese lugar) varias veces. El dolor ya casi ha terminado. Creo que ya no me volverá a molestar. Pienso entrenar de la misma forma dentro de un par de días. Espero que el resultado sea satisfactorio y entonces pienso recomendar la forma en que he entrenado, para que otras personas que padecen de ese mal lo puedan superar. No he ido al médico ni pienso hacerlo. Para mí eso es tiempo y dinero perdido. La mejor medicina es el entrenamiento físico.
Nota del 24 de julio, 2015:
El dolor ha desaparecido por completo. La semana pasada, sin embargo, tuve una molestia en el muslo de la pierna derecha. Por equivocación puse más peso del acostumbrado en uno de los aparatos del gimnasio. Eran 10 kilos más de lo que suelo poner. No creí que pudiera influir en absoluto porque en otros aparatos he subido el peso y no he tenido problemas. Pero hay tres músculos que si se maltratan te pueden ocasionar serias molestias. Son los músclos aductores o abductores (menor, mediano y largo). También hay otros dos músculos aductores, llamados pectíneo y gracilis (VER).
Debido a esa molestia no pude entrenar las piernas durante más de una semana. Algunos ejercicios para la espalda y abdominales también hacen trabajar esos músculos, por lo que tuve que remitirme a trabajar sólo con los brazos. El entrenamiento no fue completo porque es importante hacer precalentamiento antes de los ejercicios. Tampoco pude hacer bien el estiramiento, porque los mencionados músculos trabajan en todos los ejercicios de estiramiento de piernas. Creí que las molestian durarían más tiempo porque el dolor era agudo cuando trataba de inclinarme hacia un lado o hacia adelante. Me costaba mucho subir escaleras e incluso hasta caminar. Ayer pude entrenar las piernas nuevamente, sin problema alguno aunque lo hice suevamente con el aparato que me había ocasionado la inflamación. A veces piendo que estas molestias son una especie de ajuste que se produce en los músculos cuando se van superando etapas de entrenamiento. Por lo tanto, son parte del proceso de nuestra metamorfosis.