Todo en la vida es un caos si no se logra el equilibrio físico y mental. Vivir es como ir caminando en una cuerda. Cualquier paso en falso nos puede llevar a una caída. Intentamos mantenernos sobre la cuerda y a veces nos distraemos. Nos detenemos para lograr una mejor postura que nos permita recuperar una buena posición. La cuerda se mueve y nosotros seguimos en ella, moviéndonos con la misma velocidad o con velocidad aumentada, nos tambaleamos. A veces parece que nos faltan las fuerzas y llegan momentos en que pensamos que no vale la pena pensar en la cuerda. Damos un paso con decisión, sin mirar hacia un lado, con la vista fija en nuestra meta. Y ese paso nos da ánimo para continuar por ese difícil camino. Otras veces creemos que no vale la pena seguir y hasta pensamos cerrar los ojos y lanzarnos al vacío, dejar de luchar por mantenernos en vida.
Nos mantenemos allí sobre la cuerda, que se balancea cada vez que nosotros hacemos un movimiento. Nos da la impresión de que incluso cuando respiramos le transmitimos nuestras vibraciones. Es una comunicación recíproca.
Nos levantamos por las mañanas, a veces con mucha vitalidad, otras tantas con sueño y desgano. La ducha aumenta nuestra vitalidad o ayuda a recuperla. Luego, el desayuno nos da más fuerzas. Quienes entrenan o llevan a cabo trabajos físicos que requieren esfuerzo van avanzando en el día sumando mayor vitalidad, aún haciendo mucho esfuerzo, porque se agilizan nuestras neuronas, recibimos cargas constantes de adrenalina. Quienes no entrenan y llevan a cabo trabajos que no requieren esfuerzo físico logran despertar de a poco, pero nunca logran la misma vitalidad que las personas acostumbradas al movimiento rápido, a los ejercicios físicos y mentales. Sin embargo, todos vamos por el mismo camino, aunque no sepamos dónde está el final. Hay quienes van más rápido, lo que no implica que lleguen primero. Tampoco es seguro que lleguen. Los escollos son muchos, las desilusiones muchas más. Somos billones de entes pensantes que poblamos un planeta que minuto a minuto se hace más pequeño para todos. Estamos repartidos por toda esa esfera de meridianos y paralelos, con sus achatamientos blancos y sus enormes protuberancias.
De esos billones de seres de diversas etnias, culturas y religiones mueren cada día aproximadamente unos 160 000. Pero al mismo tiempo nacen más de 300 000. Usted puede sacar la cuenta de cuántas personas mueren y nacen en un año. Son cifras escalofriantes. Y es lo mismo que sucede en cada uno de nuestros organismos cada día. Por eso en tres meses ya los componentes químicos, los protones, neutrones y electrones que teníamos no son los mismos. Cada uno de nosotros es un ser distinto al de un tiempo atrás. Pero nuestras células han heredado el recuerdo y cada una se comporta como se comportaban las anteriores. Cada una de nuestras células se asemeja en su forma y en sus funciones a sus antepasadas.
Vamos por la vida, caminando por la cuerda larga y delgada. Segundo a segundo vamos dejando una parte de nosotros en la cuerda, en el aire y en todo lo que nos rodea. Nos vamos desintegrando constantemente y nuestros restos de unen a los restos de todos los demás seres en nuestro derredor. Partículas, ácaros, bacterias, virus y trillones de otros microorganismos que antes viajaban con nosotros ahora forman parte de otros organismos o son parte del invisible paisaje natural de bosques, valles, lagos y mares.
En nuestro viaje tratamos de mantener el equilibrio. Mientras logremos mantenerlo estamos a salvo. El equilibrio se logra con sentido común, con cuidado de nuestra salud, con paciencia y con armonía, optimismo, pensamiento positivo, decisión. Somos capaces de llegar al final si sabemos qué buscamos allí: la paz y la tranquilidad dentro de nosotros mismos.
abcnestor 