No estoy de acuerdo en afirmar que los humanos tenemos días buenos y días malos. Pero sí hay días en los que nos invaden la tristeza y la soledad. Y entonces no hay energía positiva alguna que logre levantar nuestro ánimo. Hoy es uno de esos días para mí, después de reflexionar sobre mi vida actual y sobre tantos proyectos que aún no he llevado a cabo, ocupado únicamente en la solución de problemas económicos.
Muchas veces me he preguntado qué hago aquí, realmente. Por qué no estoy en un país donde pueda hacer algo más positivo, algo que ayude al desarrollo de los mismos. Estoy en medio de comodidades, sin mayores preocupaciones económicas, con un trabajo agradable, con personas de distintas culturas y formas de pensar, la gran mayoría de ellas satisfechas con la ayuda que les brindo. Y pienso en las necesidades que tienen millones de seres humanos que ni siquiera tienen lo más mínimo para sobrevivir. No hago absolutamente nada por contribuir al mejoramiento de sus condiciones de vida. Lo he intentado antes, pero sin resultados positivos. Tal vez fue porque no elegí el sitio adecuado o no encontré las personas más idóneas que me pudieran apoyar. Aunque conocí personas sinceras y responsables, la mayoría de la gente estaba más interesada en solucionar sus propios problemas en lugar de pensar en sus conciudadanos. Y muchos no vacilaban en aprovecharse de mi buena voluntad para obtener beneficios personales, incluso utilizando el engaño y las malas artes.
Aún así tengo la esperanza de que algún día podré encontrar gente capacitada, honrada y de buena conciencia ciudadana, con quienes llevar a cabo los cambios necesarios, junto a otros grupos de personas, para eliminar la injusticia, la corrupción y la desigualdad.