NOSTALGIA Y REFLEXIÓN, ALGO DE POESÍA Y TANGO.

A veces sentimos nostalgia por cosas que han pasado en nuestras vidas. Puede ser nostalgia por un lugar, como en el que nacimos o pasamos nuestra infancia. O aquel país que visitamos alguna vez y en el que obtuvimos nuevas experiencias o ese barrio en el que vivimos en algún punto del planeta y que dejó en nuestros recuerdos huellas difíciles de borrar.

A veces sentimos nostalgia al recordar a un ser que fue parte de nuestra vida, como a un hijo que vimos nacer, al que cuidamos con esmero, lo alimentamos, o consolamos en las noches cuando le salían sus dientes y le enseñamos muchas cosas, entre ellas a caminar, para que luego nos fuera arrebatado y desde la infancia aprendiera a odiarnos o ignorarnos como padres. O de una hija con la que se quisiera estar pero que las circunstancias lo imposibilitan, como es el caso de mi Nathalie, sufriendo las miserias más grandes en un país que se desangra, a causa del odio y de la avaricia de mercaderes inescrupulosos que hunden la economía del país para luego dar el zarpazo e instaurar una dictadura neoliberal.

Sentimos nostalgia asímismo cuando recordamos a una mujer que dijo querernos y que luego mostró sólo indiferencia y desamor. O una mujer que de verdad nos quiso y que nosotros no quisimos o no supimos conservar como compañera. A mi edad se recuerdan todas las versiones posibles de aventuras que nunca fueron pensadas como tales pero que resultaron siendo sólo eso, aventuras y nada más. También sentimos nostalgia al recordar a más de una mujer que pudo haber sido la verdadera salvadora de nuestro ente interior, como aquella niña de trenzas que nos intentaba seducir ya a muy temprara edad. O aquella viajera en un bus lleno de gente que nos miró con insistencia durante todo el viaje y al bajar del autobús nos tocó la mano en un momento de descuido y que luego se esfumó como si se tratase de una estrella fugaz. O muchas otras mujeres que intentaron decirnos algo pero nosotros estábamos sordos o mirábamos para otro lado, enceguecidos por un puritarismo absurdo heredado de una educación religiosa.

Otras veces sentimos nostalgia por cosas que pasaron en nuestro entorno y que fueron parte importante en nuestro desarrollo, como las marchas nocturnas por las calles gritando consignas políticas, sintiendo el compañerismo de quienes gritaban con nosotros. O por los acontecimientos en una plaza abarrotada de gente mientras un querido presidente hablaba desde un balcón sin saber que a los pocos días sería asesinado y que en esa misma plaza rodarían los tanques enviados por los asesinos.

Se siente nostalgia por tántas cosas y de cada una de ellas habría material para una novela y más de alguna moraleja. La nostalgia es algo que nos acosa o que nos obliga a mirar hacia atrás. Es recuerdo triste y es esperanza, es martirio y despertar. Es como un juez que nos acompaña y nos interroga, que nos acusa y que nos presiona y que nos hace preguntarnos miles de veces » y si yo hubiese hecho eso o aquello», «y si no hubiese ocurrido eso o lo otro», «y si yo hubiera sabido lo que ahora sé» y más y más «y si…» Finalmente nos llenamos la cabeza de conjeturas y suposiciones, lamentándonos por no haber actuado en forma distinta en cada ocasión. Lo que nos salva es la realidad presente, una llamada de teléfono, un programa de televisión, una nueva tarea a acometer en nuestra lucha diaria por la supervivencia, etcétera. Si no fuera por esas cosas cotidianas sería fácil volverse loco. Voy a transcribir un poema sobre la nostalgia, escrito por Mario Benedetti y la letra de un tango cuya primera interpretación se atribuye a Carlos Gardel, compuesta en el año 1936. Lo curioso es que Gardel murió en 1935… Ver dos versiones sobre la historia de este famoso tango (UNA) (DOS).

Nostalgia, de Mario Benedetti (fuente)

¿De qué se nutre la nostalgia?
Uno evoca dulzuras
cielos atormentados
tormentas celestiales
escándalos sin ruido
paciencias estiradas
árboles en el viento
oprobios prescindibles
bellezas del mercado
cánticos y alborotos
lloviznas como pena
escopetas de sueño
perdones bien ganados
pero con esos mínimos
no se arma la nostalgia
son meros simulacros
la válida la única
nostalgia es de tu piel.

Nostalgias, de Carlos Gardel (fuente)

Quiero emborrachar mi corazón
para apagar un loco amor
que más que amor es un sufrir…
Y aquí vengo para eso,
a borrar antiguos besos
en los besos de otras bocas…
Si su amor fue «flor de un día»
¿porqué causa es siempre mía
esa cruel preocupación?
Quiero por los dos mi copa alzar
para olvidar mi obstinación
y más la vuelvo a recordar.

Nostalgias
de escuchar su risa loca
y sentir junto a mi boca
como un fuego su respiración.
Angustia
de sentirme abandonado
y pensar que otro a su lado
pronto… pronto le hablará de amor…
¡Hermano!
Yo no quiero rebajarme,
ni pedirle, ni llorarle,
ni decirle que no puedo más vivir…
Desde mi triste soledad veré caer
las rosas muertas de mi juventud.

Gime, bandoneón, tu tango gris,
quizá a ti te hiera igual
algún amor sentimental…
Llora mi alma de fantoche
sola y triste en esta noche,
noche negra y sin estrellas…
Si las copas traen consuelo
aquí estoy con mi desvelo
para ahogarlos de una vez…
Quiero emborrachar mi corazón
para después poder brindar
«por los fracasos del amor»…

Oír el tango en la voz de Libertad Lamarque  o en la voz de Plácido Domingo

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