EN EL LIMBO DE 2017

Un lugar imaginario, el límite entre el cielo y el infierno, de acuerdo a una de las tantas leyendas religiosas, un lugar desde el que no se puede salir, donde no existe la felicidad ni el sufrimiento. Era algo así en lo que me encontraba, dedicado a mi trabajo cien por ciento, con casi nada de tiempo libre.

He intentado escribir muchas entradas, algunas están muy avanzadas pero no terminadas. Y puesto que los acontecimientos se suceden en forma vertiginosa muchas veces hay que plantearse cambios. Un ejemplo de ello es lo que ocurre hoy en Venezuela. Se dan cosas muy contradictoras, absurdas, más que muchas situaciones absurdas  del Macondo de Cien Años de Soledad. Por una parte, el gobierno de Nicolás Maduro ha solicitado la elección de una Asamblea Nacional Constituyente, algo que la oposición estuvo solicitando con insistencia. Hoy se hacía un simulacro de esa elección para probar los mecanismos a utilizar el 31 de este mes. Por otra parte, la oposición celebra un «plebiscito» para rechazar la elección de la Asamblea Nacional Constituyente.

Pero la diferencia está en que la elección del 30 de julio está enmarcada dentro de la legalidad, con todo un aparato dirigido desde el Concejo Nacional Electoral, que ha hecho posible todas las elecciones de Presidente, gobernadores, alcaldes y diputados a la actual Asamblea Nacional. Cabe recordar que la mayoría de las elecciones fueron ganadas por el chavismo aunque unas dos o tres fueron ganadas por la oposición. Los diputados que hay en la AN actual fueron electos con el aval del CNE. Eso es una prueba de que el CNE es una institución fiable y la única que puede llevar a cabo una actividad electoral. El llamado plebiscito no es más que una consulta entre gente de la oposición, sin ningún mecanismo legal, totalmente inconstitucional. Un dato curioso es que los partidos de oposición ha celebrado su «plebiscito» en el extranjero, como su fueran un país independiente. Lo correcto es que cualquier actividad electoral sea avalada y supervisada por la embajada del país para el cual se elige represententes de Poder Político o decisiones políticas como resultado de un plebiscito.

Por supuesto que el «plebiscito» está avalado por todos los partidos de derechas del mundo y asisten como garantes y «observadores» cinco expresidentes latinoamericanos. En primer lugar, ningún extranjero tiene poder de observación de un proceso intermo de otro país, a menos que haya sido invitado por el CNE. En segundo lugar, el hecho de ser ex presidente no da derechos extraordinarios para actuar como observador o aval de un proceso organizado por un grupo de partidos de oposición al que se le da carácter de nacional, que puede influir en la gobernabilidad o ingobernabilidad de un país soberano. Por lo tanto, toda esa actividad es un show y un mecanismo mmás para apoyar un Golpe de Estado suave que se está gestando en Venezuela desde hace mucho tiempo.

El gobierno de Nicolás Maduro no ha logrado detener la ola de violencia desatada por los sectores de extrema derecha y ha reaccionado muy tarde frente a instituciones, empresas o gente de mucho poder que siempre ha estado sabotando el proceso de desarrolo del país. Un claro ejemplo de ello es la fiscal Luisa Ortega Díaz, que ha estado actuando como un brazo disfrazado de la derecha, liberando a muchos criminales que asesinan a inocentes con el fin de sembrar el caos en el país. Y eso lo ha hecho ya durante varios años.

Sobre éste y muchos otros temas he preparado las entradas que espero publicar pronto.

 

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