He decidido terminar con este trabajo, nuevamente; me refiero a mi profesión. Lo hice hace algunos años y no creí entonces que volvería a lo mismo. Creía que mi sueño de dedicarme a escribir, a la música y a cultivar la tierra ya estaba al alcance de la mano y podía pasar página. Pero me vi obligado a regresar a Suecia y a trabajar en la profesión que elegí hace ya más de 30 años.
Volví a mi trabajo por casualidad y creía que lo haría por muy poco tiempo. Nunca me imaginé que a los cuatro años de regresar iba a montar una nueva autoescuela. Y aquí llevo nuevamente dos años más y otra vez planificando terminar con esto. Esta vez sí que será en forma definitiva. Desde las entradas de 2011 se puede ver la evolución que hubo en mi vida laboral desde ese año.
La vez anterior desapareció todo, no quedaron rastros siquiera de la serie de televisión en la que actué con Johannes Brost y que se transmitió en dos oportunidades por el éxito que tuvo. En esa época no se guardaban las grabaciones en forma digital. Las grabaciones que yo guardaba desaparecieron, como todo lo de valor que había tenido, tanto de valor económico como de valor emocional y de conocimientos. Un robo en una de las casas donde tenía guardadas mis cosas ocasionó la pérdida de muchas cosas. La estupidez de una ex esposa que echó a la basura cientos de cajas o que vendió en algún mercado de las pulgas, que había dejado guardadas en su casan ocasionó pérdidas aún más grandes. Todo se perdió.
Estos días he reflexionado en mis relaciones con alumnos, especialmente con alumnas, puesto que gran parte de mis clientes son mujeres. Es increíble la conexión intelectual que hay con la mayoría de ellos. El agradecimiento que manifiestan diariamente, después de cada lección y más aún cuando llegan a la meta final es tan claro y sincero que me llenan constantemente de satisfacción. Obviamente que hay excepciones, pero son muy pocas. Por lo general esas excepciones se trata de gente que viene de otros países, que tienen muy escasos conocimientos y que no tienen capacidad para entender cómo funciona el sistema sueco. En esos casos se trata de gente demasiado alienada por ideas religiosas radicales o que vienen de familias que han sufrido mucho en la opresión de sus países de origen, en guerras o en condiciones de miseria mucho mayores de las que otros hemos conocido. Para esa gente es difícil entender que hay necesarias reglas de comportamiento. No quiero decir que eso sea una característica de grupos étnicos ni de países específicos. La mayoría de la gente, indiferentemente del país del que proceden, se adaptan al sistema sueco, algunos incluso más de lo que es conveniente, puesto que el sistema también tiene fallos y muy grandes. Pero hay gente que tiene enormes dificultades para adaptarse a lo más positivo del sistema. Debo agregar que a pesar de las grandes diferencias culturales y la influencia religiosa de muchos de mis clientes, muchas veces también hay conversaciones muy provechosas, con suficiente análisis lógico y coincidencia en muchos temas importantes. Se produce une especie de química intelectual, un acercamiento en las ideas y en el comportamiento que permite una buena interacción.
Todos los días me relaciono con distintas personas, de profesiones diversas o estudiantes. Cada uno de mis alumnos es un libro abierto, casi todos se conectan conmigo de una forma icreíblemente positiva y se crea una gran confianza, como si nos conociéramos de toda la vida. A veces llegamos a echarnos de menos mutuamente cuando no hemos conducido juntos durante algunos días. Y sentimos alegría al volver a encontarnos y enfrentarnos a nuevas aventuras por las carreteras y calles de Sollentuna y sus cercanías.
Cómo voy a extrañar este trabajo, cuando lo deje definitivamente!