Nuevamente llegamos a una fecha en la que celebramos la llegada de un nuevo año, una porción de tiempo de 365 días que se deben ajustar para que no se produja una desface, de acuerdo a las distintas estaciones climáticas. Por eso el mes de febrero tiene 29 días cada cuatro años. Celebramos la llegada del año 2018 porque se considera el primer año desde el nacimiento de Jesucristo, que ni siquiera es una fecha exacta como tampoco la identidad de alguien a quien se atribuyen poderes divinos. En países que no son occidentales (y de su órbita de influencia) los años nuevos se celebran en otras fechas y otras cantidades de años. En Israel, por ejemplo, se celebró el año 5778 el 20 de septiembre de 2017. En China se celebra el año 4716 el 16 de febrero de 2018 pero otros años puede variar entre el 28 de enero y el 22 de febrero. Los musulmanes celebraron la llegada del año 1439 el 21 de septiembre de 2017, curiosamente un día después de la celebración de año nuevo de los judíos.
Lo anterior demuestra nuevamente la relatividad en la forma de medir el tiempo, que depende del movimiento de los sistemas planetarios en el espacio infinito y de la translación y rotación de cada sistema solar y cada planeta, lo que incide en los climas de todos los planetas y sus continentes. Las fechas y calendarios son inventos de los humanos, de acuerdo a sus conocimientos y costumbres en distintas épocas en las que se formaron otras tantas civilizaciones. Si existiera vida en otros planetas del universo, con seres inteligentes y organizados, sus calendarios serían muy distintos a los que se han conocido en nuestro planeta, que representa una ínfima parte material del Universo. Somos un minúsculo punto en un inmenso espacio en el que nuestro tiempo significa muy poca cosa. Eso aún considerando que nuestro mundo se compone de nuestro sistema solar o hasta de nuestra galaxia…
Indiferentemente de por qué se celebra un nuevo año, el origen de las celebraciones eran fiestas paganas (anteriores a las festividades de carácter religioso) que fueron adoptadas por las religiones. Esas fiestas iban acompañadas de toda clase de excesos, especialmente de ingesta de alimentos y bebidas alcohólicas. También se hacían muchas otras cosas que si revisamos la Historia de la Antigüedad es para ponernos los pelos de punta. Menos mal, ya la mayoría de esas costumbres se han dejado de lado, aunque lamentablemente se mantienen -en parte- las de excesos en la alimentación. La mayoría de la gente come hasta hartarse en estas fiestas. Y lo peor de todo es que se consumen alimentos nocivos, con excesos de grasa, azúcar y sal. El placer de comer es más importante que cualquier otra cosa. Se prueban distintos platos y se repite una y otra vez, se acompaña las comidas con bebidas alcohólicas o con gaseosas u otras bebidas que erróneamente se consideran sanas, aunque los aditivos y conservantes que tienen son enormemente dañinos para la salud. El resultado es que se agravan enfermedades que se han contraído desde hace tiempo y/o se contraen nuevas enfermedades.
Para colmo se suelen detonar una gran cantidad de fuegos artificiales, una práctica que está siendo cuestionada en algunos países europeos como Suecia. Cada año son más mas las voces que reclaman la prohibición de tan inútiles complementos de festejo. Todos los fuegos artificiales son peligrosos, además de contaminantes del aire. Se puede entender que hay ocasiones en las que se deba aceptar el uso limitado de los mismos. En tal caso es recomendable que quienes manipulen esos artificios sea gente que tenga preparación suficiente, para evitar accidentes. En Suecia se toman medidas especiales en los lugares donde se va a llevar a cabo el encendido de fuegos artificiales, los bomberos están preparados y vigilantes para intervenir al menor amago de accidente. No obstante, aún se venden muchos artefactos a particulares, que en muchos casos son manipulados por niños. Ojalá este año no se vuelvan a repetir tan graves accidentes, que han provocado la muerte de mucha gente y enorme cantidad de heridos, además de los grandiosos daños materiales. Es en países del llamado Tercer Mundo donde sucede la mayor cantidad de accidentes de ese tipo.
El ser humano necesita distracción. No todo tiene que ser estudiar y trabajar. El año nuevo, aceptado por prácticamente todo el mundo, es una oportunidad para compartir con los seres queridos o con los amigos. Es una oportunidad que elige mucha gente para hacer promesas de mejorar en muchos aspectos. Son promesas que casi nunca se cumplen. Lo ideal es que, en lugar de esperar esa fecha, se intente cambiar antes de la misma. Así hay mayor seguridad de lograr éxito en el cumplimiento de tales promesas. Pero lo que sí nos sirve es que deseemos el bienestar de todos, que deseemos que la sociedad humana logre superar los problemas que la aquejan, problemas que se arrastran desde siglos atrás y nuevos problemas que van surgiendo, a medida que avanzamos y nos multiplicamos. Avanzamos en tecnología y ciencia aunque somos incapaces de frenar el cataclismo que posiblemente se acerca. La ignorancia hace que mucha gente exprese su deseo de que aumente la aceleración del cambio climático, como es el caso del presidente norteamericano Donald Trump. Las nevadas e intensos fríos que se pueden producir pueden ser efectos del cambio climático. El desequilibrio que se produce en el clima de los continentes provoca cambios en los distintos hemisferios y zonas climáticas. Aumenta la temperatura en países como Suecia y disminuye la misma en países como España, por ejemplo. Este año ha habido fuertes nevadas en varias provincias españolas, acompañadas de fríos intensos. Luego han ocurrido borrascas de gran intensidad. En la parte central de Suecia, sin embargo, apenas ha caído algo de nieve. En cuanto a la temperatura ambiente, ésta es mucho más elevada que en años anteriores. Es posible que disminuya mucho la temperatura en febrero o marzo. Es posible que haya un invierno parecido al que hay actualmente en Canadá y una parte de Estados Unidos. Pero eso no quiere decir, en absoluto, que la temperatura del planeta no aumente. Hay que ser muy imbécil para no darse cuenta de que la capa de ozono va disminuyendo en forma mucho más rápida que en decenios anteriores, que los glaciares se están derritiendo en muchas montañas y que los polos van disminuyendo de tamaño, con el consiguiente aumento del nivel de los océanos. ¿Hay alguien que pueda afirmar, con argumentos suficientemente sólidos, que estos fenómenos no van a repercutir en el cambio climático? Nota del 10 de enero, 2018. ver más abajo.
Lamento que mi entrada parezca muy pesimista. No era mi intención de que lo fuera. Quería escribir algo más bonito. Pero la realidad está ahí, no la he inventado yo. Es lo que hay y ojalá que las futuras generaciones tengan la oportunidad y la suerte que no hemos tenido nosotros, de entender la importancia de cuidar el medio en el que vivimos y la importancia de cuidar de nuestra salud, aunque debamos sacrificar algunas cosas que no son necesarias y que son condenadas incluso por uno de los mandamientos de una religión cristiana. Vaya para todos un saludo fraternal y los deseos de que disfrutemos algún día de paz y prosperidad.
FELIZ AÑO NUEVO 2018 para todos mis lectores.
Nota del 10 de enero, 2018:
Las heladas siguen en Estados Unidos y en muchas provincias espanolas. En los países del norte de Europa apenas ha nevado y las temperaturas no han bajado mucho. Hoy se ha publicado un artículo interesante en PUBLICO.ES (VER)
Ver noticia sobre autopista en Espana del 7 de enero AQUÍ.
Ver noticia en RTVE sobre el aumento de la temperatura en Espana durante 2017, AQUÍ
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