Por fin ha llegado el 31 de diciembre de 2018! Nuevamente lo de siempre, las felicitaciones, los buenos deseos, las aspiraciones. Un día para reflexionar. Debería ser un día como cualquiera… pero se lo ha convertido en un día (noche) especial. Y no hay nada de mal en esto, es bueno que haya fechas que te hacen recordar los momentos felices y que te hacen mirar el futuro con esperanza. Lo malo está en los excesos que se cometen y que aumentan en un día que debería ser de paz y sobriedad.

Yo he hecho aseo en mi casa, más que nada porque hoy he tenido tiempo para ello, puesto que tuve una sola alumna que tomó su lección. Pero es también por la costumbre heredada de mi madre, que siempre limpiaba toda la casa y lavaba la ropa antes de que llegara el nuevo año. Ella decía que «había que recibir el nuevo año con todo limpio».

Estoy solo y me siento muy bien de estarlo. Siempre me ha gustado estar solo este día, a menos que tenga a mi lado a alguien que me entienda y disfrute con mi compañía.  Y en esta oportunidad, como muchas otras anteriores, ese alguien no existe o está muy lejos. Tal vez existe y tal vez, no. Eso no importa mucho porque lo que nos mantiene en vida y con salud son otras cosas que pueden reemplazar esa companía (o complementarla, de existir). Son los recuerdos, son las ideas a futuro,  son los planes y proyectos, que son parte de una meta final. Yo creo que la mayoría de la gente se siente satisfecha de lo que ha hecho antes y tiene la ilusión o esperanza de que lo que hará en el futuro estará bien hecho o que dará buenos resultados. Quienes han cometido muchos errores tienen la oportunidad de reflexionar sobre ellos y yo me puedo incluir en ese grupo. Creo que no hay ser humano que no pertenezca a él, en realidad. Errare humanum est…

He tenido la suerte de recibir algunos saludos, entre ellos los de mi hermano Héctor y mi cuñada. Esos saludos significan mucho para mí porque son saludos sinceros y alentadores. Para ellos, mis más sinceros agradecimientos.

¿Cómo veo yo el Nuevo Año? Pues, con mucho optimismo. Mi economía va a mejorar mucho, aunque dejaré de trabajar como he hecho hasta ahora. Por fin cerraré la auto-escuela y terminaré de arriesgar la vida por las carreteras. Por fin podré dedicarme a hacer las cosas que más me gustan. No digo que mi trabajo no me guste, pero ya está bien, hay que cambiar definitivamente de rumbo. En cuanto a salud, a menos que aparezca algo inesperado, se mantendrá en un nivel muy alto, según lo que me ha dicho el médico cuando me hice un chequeo de salud completo hace pocos meses. Nunca voy a sufrir de diabetes o de problemas de arterioesclerosis, niveles altos de colesterol, alta presión ni nada semejante. Eso, gracias a mi dieta alimenticia rica en vegetales y frutas pero muy variada. Además, mi actividad física se mantiene e incluso ahora hago más ejercicios físicos que antes, gracias a aparatos sencillos pero eficaces. Mi última adquisición ha sido un trampolín, que puedo usar tres veces al día, sin que me esfuerce demasiado y que hace trabajar casi todos los músculos. Se puede ver aquí abajo:

Mens sanna in corpore sano (VER) es una cita que me aconpaña desde que era un adolescente y es esa la razón por la que salía a correr con mis hermanos y un grupo de niños por los cerros en las cercanías de Pudahuel, en Chile. Y me sigue acompañando y me acompañará hasta el último día de mi vida.

¿Mi gran sueño? Creo que lo puedo resumir en uno solo, aunque son muchos… poder compartir mis conocimientos y mi experiencia para que la mayoría de la gente cambie su modo de vida, que aprenda a cuidar de su salud y a alimentarse en forma sana. De eso tratarán la mayoría de los artículos que empezaré a escribir durante 2019. Un granito de arena que puede ayudar a muchos a ser más felices.

FELIZ 2019!