Hace ya 28 días que regresé a Suecia, desde España. La primera semana trabajé en forma normal, porque mis alumnos habían hecho sus reservas de lecciones con mucha antelación. Se notaba cierta intranquilidad en la mayoría de ellos, pero salvo dos clientes chinas, el resto entendía que no había motivo de alarma. Desde el primer día empezamos a tomar precausiones, todos los alumnos debían lavarse las manos antes y después de cada lección. Los vehículos se desinfectaban, también, antes de cada lección. Aunque era difícil manteníamos la distancia entre nosotros y no hablábamos mirándonos a la cara, para que las gotas de saliva no nos salpicaran. Algunas veces utilicé mascarilla, pero la dejé, porque entendí que no era necesaria y además se volvía inutilizable después de una sola vez puesta. Dos alumnas chinas siempre vienen con sus mascarillas y guantes de goma.
En realidad, no había mucho de nuevo en las rutinas de trabajo, salvo el que ya no nos saludábamos con la mano. Ya el mismo día 10 de marzo puse un cartel en la recepción para concienciar a todos sobre la importancia de no tocarse.
En realidad, a mí me habría gustado poner ese cartel ya hace varios años, por la importancia de evitar contagios de cualquier enfermedad. Ahora había llegado el momento oportuno. En Suecia, tanto en hospitales como en otros sitios, hay carteles que anunciaban esto desde hace mucho tiempo. Esos carteles no los he visto en otros países.
En cuanto a lavarme las manos, es una costumbre que tengo desde la infancia. De hecho, siempre me he lavado las manos después de cada lección. Y lo de saludarse con la mano, muchas veces lo hice por obligación, por cortesía. Mucha gente se podía ofender si no le dabas la mano. ¡Cuántas veces no vi a gente ir al toalet y no se lavaba las manos antes de salir! Saludar a una persona que acababa de orinar, no era nada de agradable. Recuerdo que una vez, un conocido criticaba al presidente Salvador Allende, porque éste tenía la costumbre de lavarse las manos después de haber saludado a sus simpatizantes en los mítines y reuniones. Salvador era médico y sabía que había que tomar precauciones. Aquel conocido (que había estado muy cerca del presidente en muchas oportunidades) consideraba que el presidente mostraba desprecio por sus seguidores, pero actitud era correcta.
En cuanto a las distancias, también he sido siempre «exagerado», porque siempre he tratado de hablar lo más lejos posible de las otras personas, inclinándome hacia la puerta derecha y abriendo la ventanilla apenas nos deteníamos en algún sitio para analizar alguna situación o darles nuevas instrucciones. Soy muy sensible a los malos olores y hay gente que huele fatal y además, pueden tener cualquier enfermedad. Tal vez, puede ser ese uno de los factores que me han ayudado a mantenerme sano, sin haberme resfriado durante años, a pesar de que muchos de mis alumnos lo estaban. Por lo tanto, para mí no ha sido necesario hacer muchos cambios en mis rutinas darias.
Los últimas semanas, la cantidad de clientes ha disminuido enormemente. Por ese motivo estoy trabajando mucho menos en los vehículos. He eliminado las clase de teoría y toda la preparación se hará con material en Internet. Trabajo solo el 10% de lo que hacía antes, lo que me da tiempo para hacer muchas otras cosas en casa, entre ellas escribir en mis blogs. Hasta hoy he escrito 25 artículos o entradas en ABC NESTOR. Recomiendo a mis lectores leer todas esas entradas. Hay muchas cosas que se repiten, pero hay cosas que la gente tal vez no ha alcanzado a analizar con la suficiente profundidad. Aunque todas las entradas tratan el tema de la pandemia, se analizan las consecuencias de la misma y del conjunto de problemas que aquejan a la humanidad. Esta pandemia ha servido para que abramos los ojos, de una vez por todas, y empecemos a cambiar todo, por el bien de todos, no sólo por la pandemia sino por cualquier otra pandemia o catástrofe natural que nos afecte.