Estos últimos días he trabajado normalmente. El correo electrónico de la auto-escuela se utiliza con mucha frecuencia y se inscriben nuevos alumnos casi todos los días, lo que hará posible cubrir los gastos, por lo menos. Mis alumnos se sienten seguros al sentarse en un vehículo con protección entre los asientos y porque uso guantes. Ellos se lavan las manos antes y después de cada lección y nadie viene a clases con síntomas de resfriado.
Poco a poco, todos nos vamos adaptando a los cambios y hacemos cosas que nunca antes hacíamos, como el usar guantes, algo que alguna vez pensé hacer, pero no había una razón de peso para hacerlo. Y no uso sólo un par de guantes. Tengo varios pares de guantes, que voy combinando, alternando. Los dejo «descansar» durante tres días antes de volver a usar un mismo par. Tal vez son medidas exageradas, un tanto obesivas, pero pueden ayudar a evitar contagios. Creo que todo el mundo debería usar guantes a partir de ahora.
Cuando voy a un supermercado, además de los guantes de trabajo, uso uno extra (de látex) para coger la fruta y otros productos. En la caja pago escaneando la tarjeta de crédito, no uso el código con los dedos. ¿De qué sirven otras medidas de seguridad si tomamos con nuestras manos lo que muchas personas toman antes de nosotros? Creo que toda la gente debería hacer lo mismo. ¿Qué opina usted, amigo lector? Luego, en casa, lavo toda verdura y fruta antes de pelarla o picarla, una costumbre que tengo desde antes. Creo que todo el mundo lo debería hacer, también.
Sería imposible enumerar todas las medidas que tomo al entrar a casa, a la oficina o a cualquier otro sitio. Hoy fui a visitar una inmobiliaria y me pidieron la cédula de identidad. Puesto que tuve que dársela a otra persona (que usaba guantes) puse la cédula en el asiento del automóvil y luego la desinfecté, antes de ponerla en la billetera. Si bien la empleada de la oficina usaba guantes, igual pudo tocar cosas contaminadas. Los guantes la protegen a ella, no necesariamente a otras personas. ¿Obsesivo? Tal vez. Pero, sin duda, es seguro.
Una reflexión más, hoy. Ya he dicho antes en mi blog personal (éste) que nunca tengo gripe. Es posible que a veces tenga algunos síntomas que duran solo unas horas; fiebre, jamás; dolor de garganta, jamás. Ahora, desde que reanudé mi trabajo después de un viaje largo, el 11 de marzo, no he tenido síntoma alguno. La explicación debería ser que ya no saludo a mis clientes con la mano (aunque creo que si dos personas usan guantes, esto se podría hacer). Tampoco vienen alumnos enfermos. En todos los sitios adonde voy, la gente mantiene las distancias. Son muchos los problemas que ha traído este nuevo virus (ya estoy cansado de repetir su nombre y de escucharlo en la televisión), pero sí tiene su lado positivo, porque nos ha hecho más conscientes de la importancia de evitar los contagios de cualquier enfermedad.
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