SUEÑOS Y MEMORIA

Los sueños, sueños son, decía uno de los personajes de «La vida es sueño», de Pedro Calderón de la Barca (VER). Edmund Freud Escribió un libro en el que planteó una teoría sobre los sueños, integrada al psicoanálisis, «Interpretación de los sueños» (VER). Jack London escribió una hermosa novela basada en los supuestos sueños de un joven de veinte años que regresa al pasado, «Antes de Adán» (VER) Son innumerables los pensadores que han dedicado gran parte de su tiempo a escribir en forma poética sobre esta invisible parte de nuestras vidas o a su estudio y análisis. Los sueños han sido estudiados desde hace milenios, en incluso la Biblia los menciona, como es en Génesis 41, cuando el profeta José interpreta un sueño del faraón de Egipto (VER).

Todos soñamos mientras dormimos. Nuestra mente no descansa, sino que sigue trabajando, aprovecha nuestro descanso físico (que tampoco es un descanso cien por ciento) para adaptarse y prepararse para cuando volvamos a despertar. Nuestro cerebro sigue enviando órdenes a nuestros músculos, a través del sistema nervioso y permite al corazón seguir bombeando la sangre, que nutre a nuestras células con proteínas, antioxidantes y otras sustancias, para mantenerlas vivas (hasta que sean necesarias), replicarse o especializarse.

Cuando estamos dormidos tenemos muchos y distintos sueños. Se estima que tenemos más de diez sueños cada noche y a lo largo de nuestra vida podemos tener más de 100 000. Nunca los recordamos todos, sólo parte de uno o dos, la mayoría de las veces, nada. Hay muchos expertos que han explicado cuál es el origen de los sueños y qué los causa. Si resumimos toda la información que nos ha llegado hasta nuestros días podemos decir que los sueños surgen por la necesidad de representar anhelos o deseos inconscientes, que consolidan o procesan la información que percibimos durante nuestra etapa despierta. En cierto modo, son un complemento a nuestras aspiraciones y satisfacción indirecta de lo que no podemos hacer o que hacemos sólo a medias. También pueden ser recuerdos de nuestra niñez o juventud que han quedado en el subconciente, que se mezclan con recuerdos más recientes. Por ese motivo, tal vez no hay coherencia ni lógica, sólo escenas absurdas, sin cronología ni orden alguno. A veces sentimos miedo e incluso hasta angustia, un fuerte deseo de salir del lugar en que nos encontramos, lo que puede ser la prolongación de un temor de nuestra etapa consciente, por algo peligroso que hemos experimentado o por sentimientos de culpabilidad. También puede ser una sensación de inseguridad, de esperanza o desesperanza sobre sucesos del pasado de nuestra vida o de lo que aspiramos o creemos puede suceder en el futuro.

Nuestra memoria tiene mucho que ver con nuestros sueños. Sin memoria sería imposible soñar. La necesitamos para aprender cosas y guardar información. Nuestro cerebro tiene una enorma capacidad para guardar en nuestra mente gran parte de la información de lo que percibimos todos los días, desde que nacemos. Pero no basta con eso. La información debe guardarse de tal forma que rescatamos lo más importante en un momento determinado. Lamentablemente, no todos tenemos la misma capacidad para clasificarla y reutilizarla cuando la necesitamos. Hay muchos factores que influyen negativamente en nuestra capacidad cognitiva, desde mutaciones genéticas hasta´factores externos, como nuestra relación con el ambiente familiar o social. También influyen otros factores como inadecuada alimentación, golpes en nuestra cabeza, exposición ante exceso de frío o calor, toxicidad de nuestro entorno, esfuerzos físicos que no podemos soportar, etcétera. Si nuestro cuerpo sufre cambios a causa de infecciones e inflamaciones o falta de nutrientes necesarios, también son afectados nuestro cerebro y nuestra mente.

También pueden afectar nuestra memoria otros factores, como enfermedades físicas o mentales, la edad, intervención externa con fármacos o tratamientos, torturas, etcétera. En los hospitales hay muchos pacientes que han recibido diagnósticos equivocados y tratamientos inadecuados, a veces, por enfermedades inexistentes. Los hospitales psiquiátricos no son la excepción. Es allí donde, tal vez, se comete la mayor cantidad de errores. A los cementerios han ido a parar muchas víctimas de esos errores. Mucha gente que no estaba enferma antes de tener contacto con los centros médicos ha enfermado después, a causa de tratamientos indebidos, muchas veces inhumanos. Las víctimas no tienen posibilidad alguna de defenderse, porque están a merced de expertos que se ciegan completamente y creen saberlo todo, sin capacidad de autocrítica, basándose en conjeturas, en interpretación equivocada de declaraciones de los supuestos pacientes o de lo que otras personas puedan aportar, como testigos. Es, más o menos, lo que ocurre con la Justicia. Muchos inocentes han estado en la cárcel durante muchos años o décadas y hasta se les ha sentenciado y quitado la vida por crímenes que jamás cometieron.

Uno de los ejemplos más dolorosos es el de Elizabeth, una paciente sueca que tenía autismo. Esta paciente estuvo encadenada a su cama durante muchos años y se la consideraba «la mujer más peligrosa de Suecia», en el Hospital Psiquiátrico de Långro, en Estocolmo. No hay noticias en español sobre este caso, sólo en sueco. La pobre mujer recibió muchos diagnósticos, todos relacionados con esquizofrenia y se le administró muchos medicamentos que de nada servían. Al contrario, esos medicamentos pudieron haber empeorado su estado. Sólo una funcionaria médica la trató con el debido cuidado y denunció el caso en la televisión. VER: ENLACE UNOENLACE DOS. Otros ejemplos: ENLACE UNOENLACE DOS: SALUD MENTA Y BARBARIE — ENLACE TRES: EXPERIMENTOS DE LA CIA ENTRE LOS ANOS 50 Y 60. En estos enlaces se puede ver cómo se se han cometido errores y cómo se puede utilizar métodos aparantemente medicinales para aniquilar la memoria y la voluntad de seres humanos. Son casos extremos, pero de ellos sólo se conocen una pequeña parte de todos los casos similares.

Pese a los diagnósticos erróneos y tratamientos vejatorios, indebidos e innecesarios, muchos pacientes o supuestos pacientes han logrado superar los traumas de esas experiencias, pero sus memorias pudieron ser afectadas para siempre. Desde esta página rindo homenaje a todas las personas que, lamentablemente, nunca pudieron superarse y dejaron sus vidas en hospitales y cárceles. No pudieron soportar las consecuencias de los crueles experimentos. Algunos posiblemente se suicidaron, otros fueron ajusticiados y muchos otros murieron por enfermedades ocasionadas por los «tratamientos». Lo más injusto es que se los recordará como locos o criminales, aunque en realidad eran personas normales, sanas e inocentes.

Tanto las personas que han sufrido profundos traumas, a veces en su niñez, otras en otras épocas de su vida, como quienes no han tenido ese tipo de experiencias, pueden tener sueños más o menos dolorosos. Si entrevistáramos a todos los seres humanos, es posible que nos llevaríamos muchas sorpresas. Muchos sueños serán similares a los de da mayoría, otros serán únicos. Tal vez son beneficiosos, tal vez, no. Los expertos podrán analizarlos e interpretarlos de mil maneras, cada cual de acuerdo a su propio criterio. Pero nunca nos van a dar una explicación completa ni lógica, sólo teorías vagas, basadas en suposiciones o en sus propias experiencias o su imaginación. Para mí, los sueños siguen siendo nada más que sueños.

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