La Humanidad evoluciona, como evolucionan todos los grupos de especies animales y vegetales. La diferencia está en que no evoluciona únicamente en forma biológica, como lo hacen todos los demás entes vivientes. También evoluciona mentalmente. En su evolución mental podemos mencionar su desarrollo emocional, su inteligencia, su capacidad de raciocinio, su adaptación a nuevas tecnologías, a nuevas ideas muy distintas a las que se tuvo en épocas anteriores de la Historia, su capacidad de liberarse de ideas erróneas que la llevaron a creer en muchas cosas que se basaron en supuestos, en lugar de hechos demostrados por la ciencia.
Su evolución biológica se ve atrasada a veces por muchos factores negativos de su entorno, lo que implica una gran desigualdad entre distintos grupos sociales y entre habitantes de diversos países. Uno de los factores que más influyen es la capacidad de comprar los productos necesarios para alimentarse. A esto se lo suele llamar poder adquisitivo. En muchos países, la mayor parte de la población sufre de hambre y de enfermedades a causa de ello. A lo anterior se suma la carencia de agua potable, de electricidad y de muchos otros servicios básicos para llevar una vida normal. En otros países, al contrario, hay exceso de producción y de dinero para importar alimentos de otros países, gracias a su alta tecnología, su comercio de telecomunicaciones, automóviles, aviones, armas, etc. Su gran capacidad económica les permite adquirir todo lo indispensable para un buen desarrollo de la mayor parte de la sociedad. En esta entrada me remito a presentar un cuadro real de la sociedad actual, sin analizar el por qué de las desigualdades, algo a lo que me he referido en muchas otras entradas.
Otro factor importante es la información que recibe la población. Quienes tienen mayor poder adquisitivo también tienen acceso a mejor información y educación. Muchas clases intermedias, aunque podrían, no saben alimentarse ni aprovechar al máximo su capacidad de compra. Tampoco reciben información suficiente porque los medios de comunicación están más ocupados en hacerlos consumir todo tipo de productos que no son necesarios. Las grandes empresas emplean enormes sumas de dinero para hacer publicidad, que muchas veces resulta ser engañosa y hasta peligrosa. Se fomenta el consumo de muchos productos que atentan contra la salud de la gente, sin que ninguna autoridad sanitaria o de defensa del consumidor haga nada por impedirlo. En esa forma, la información importante y necesaria se pierde, con el consiguiente empeoro de la salud. Los gobiernos están más interesados en asegurar puestos de trabajo y las empresas están más interesadas en obtener ganacias. Lo más importante queda en último lugar.
En cuanto a la evolución mental o intelectual, da la impresión de que retrocedemos o nos detenemos en el desarrollo. Partidos políticos, grandes empresas, religiones y otras organizaciones nos obligan a una involución. Nos obligan a retroceder en nuestra forma de pensar. Nos convencen de cosas que se contradicen totalmente incluso con sus principios morales. Voy a poner únicamente uno de muchos ejemplos que se podría dar:
1.- Algunos gobiernos y grandes empresas llevan a cabo acciones que van en contra de todos los principios y derechos humanos. Ordenan y financian guerras y contribuyen a destruir la superestructura y la infraestructura de países que tuvieron un importante auge económico y social. Para ello se utilizan muchas estrategias militares, diplomáticas y políticas que ocasionan enormes masacres, hambrunas, epidemias, esclavitud, prostitución, desplazamiento de millones de seres humanos que deambulan por todas partes. Producto de esas acciones se produce una respuesta, que puede ser condenable, pero cuyo origen está justamente en sus propias acciones. Una respuesta puede ser un atentado terrorista, como ha sucedido en Francia hace algunos días. No digo que sea una respuesta reivindicativa ni justa sino una absurda estupidez, un crimen imperdonable. Pero es una respuesta, no el principio de algo.
Los compatriotas de las víctimas y muchas organizaciones se vuelcan compasivas y se solidarizan con el país que sufre el atentado. Los medios de comunicación encuentran una buena fuente para sus reportajes y notas noticiosas repetitivas y en esa forma aumentar el interés por la publicidad. A mayor audiencia, mayor interés por anunciar y mientras mayor sea la cantidad de anuncios y clientes, mayor ganancia se obtiene. Se exacerba el nacionalismo y se fomenta la venganza. El gobernante del país agredido anuncia que será implacable. Socios suyos dicen que van a redoblar sus ataques. Por supuesto que un país agredido, y más aún si se agrede a ciudadanos inocentes, tiene derecho a condenar todo tipo de atentado terrorista. Se justifican todas las muestras de apoyo y solidaridad. Lo que no se justifica es amenazar, especialmente si se sabe que el enemigo puede estar en cualquier parte. Y he aquí varios principios cristianos, por ejemplo, que se dejan a un lado. Yo no los voy a mencionar aquí pero cualquiera que ha leído la Biblia los conoce.
Lo que falta siempre es la autocrítica. En primer lugar, qué ha ocasionado los ataques terroristas, qué se descuidó. Uno de los atacantes, por ejemplo, era un delincuente fichado por la policía. La policía sabía que era yihadista y que había sido condenado por muchos delitos aunque nunca estuvo en la cárcel… ¿Cómo es posible que eso sucediera?¿Quién o quiénes han cometido uno o varios errores? ¿Se cometió el mismo error con otros de los atacantes? No me voy a referir a los errores de la participación en las guerras y el apoyo que se ha dado desde el comienzo a muchos grupos terroristas. Eso está muy bien analizado en otros blogs y entradas. Pero en la autocrítica bien cabe pensar que esos fueron errores muy graves y se debe buscar la forma de no volver a cometerlos.
En el mundo entero hay personas a las que yo definiría como enfermos mentales, que desprecian a los demás seres humanos y son capaces de cometer todo tipo de fechorías: asesinatos, secuestros, violaciones sexuales, maltrato, etcétera, sin contar con muchos otros tipos de delitos, como chantajes, sabotajes, estafas, manipulación de información para obtener beneficios, explotación inhumana de seres humanos, etcétera. Muchos gobernantes cometen graves errores que pueden costar la vida a muchos de sus ciudadanos o que empeoran su calidad de vida. No se piensa de forma humana sino en mantener un crecimiento económico, por ejemplo, en lugar de pensar en una justa distribución de las riquezas.
Todo esto contribuye a que los principios humanos fundamentales se vayan perdiendo o se mantengan en un mismo nivel, sin avanzar. Porque si bien la mayoría de la población está consciente de la necesidad de amor, solidaridad, igualdad, etcétera, siempre hay grandes grupos de delincuentes (incluyendo a egoístas empresarios y líderes políticos corruptos) que se aprovechan de la buena voluntad del resto de la población. Sobre las causas de la delincuencia he escrito antes varias entradas. Por eso tampoco me voy a referir a eso en ésta. Lo importante es entender que, lamentablemente, en el aspecto intelectual y moral estamos sufriendo una involución.
Pienso que es legítimo solidarizarse con las víctimas o familiares de las víctimas de atentados terroristas. También es justo solidarizarse con las mujeres maltratadas y asesinadas por sus parejas o ex parejas. Pero también hay que ser solidario con todas las víctimas de delitos. Hay que ser solidario con todos los millones de refugiados que vagan por el mundo y que son rechazados en las fronteras, que son encarcelados por estar huyendo de las guerras y la miseria que justamente otros países han provocado o que son agredidos sólo por ser extranjeros. También hay que ser solidario con los millones de familias que ha quedado sin hogar en Irak, Siria, Libia y en muchos otros países. Hay que condenar no solamente los atentados terroristas como el de las Torres Gemelas o los atentados cometidos en París. También hay que condenar los millones de asesinatos en los países árabes que antes he mencionado. Hay que condenar la represión, la ocupación y los asesinatos cometidos por el gobierno sionista de Israel en suelo palestino. Hay que condenar todo tipo de atentados en cualquier país del mundo. Y se debe exigir justicia y castigo para los culpables. Si eso no se hace significa que estamos retrocediendo al estado de barbarie, donde sólo reina el caos y la desolación.
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