Para la lectura de este articulo recomiendo leer el artículo del mismo nombre en ABCNESTOR 2009.
Todos los que vivimos en el sistema capitalista somos influenciados permanentemente por éste, desde que nacemos. No elegimos libremente el mundo en el que vamos a vivir. Nos imponen todo lo que le conviene a las clases dominantes. Para ello se utilizan muchas formas de adoctrinamiento y dominación. Se utlilizan, por ejemplo, las religiones y miles de organizaciones disfrazadas de idealismo o filantropía. También se usan todo tipo de artes plásticas, la música, la literatura, la cinematografía, la televisión, periódicos, radioemisorias y todo tipo de medios de comunicación, utilizando siempre las técnicas más avanzadas.
Quienes estamos en contra del sistema capitalista no tenemos suficientes herramientas para poder contrarrestar el enorme caudal de desinformación de las clases dominantes y que está en constante renovación. Las mentiras y las tergiversaciones se repiten en todos los medios y se llegan a interpretar como verdades. Incluso quienes luchan contra el sistema son influenciados, aunque muchas veces no se dan cuenta de ello, como no lo hacen la gran mayoría de ciudadanos, que son alienados en forma ininterrupida.
Millones de anticapitalistas se organizan en movimientos y/o partidos políticos. Pero sus actividades son determinadas por la cultura de cada zona y por la ideología burguesa. Además, el miedo que se les ha inculcado desde la infancia contra todo lo que suene a revoluocinario, socialista o comunista, los hace adoptar una posición pasiva, en la retaguardia, sin atrevesre muchas veces a expresar sus ideas.
El capitalismo es como una gran tienda de golosinas de todos los colores y sabores, además de competencia entre varias marcas. Es la variedad que supone «libertad» dentro la sociedad capitalista. Es la libertad de elegir entre diversos productos, aunque la elección es dirigida por los métodos publicitarios de cada empresa. Y es obvio que la empresa que tiene mayor capacidad de producción y distribución (y que además cuenta con la mejor publicidad), va a obtener mejores ventas.
El sistema capitalista logra envolvernos a todos y somos empujados a seguir la corriente porque no hay otra alternativa. Quienes desean los cambios deben adaptarse de una u otra forma al sistema. Para dedicarse a la lucha deben destinar su tiempo a la misma, lo que limita sus posibilidades de sobrevivencia. Se debe sacrificar el tiempo libre y los trabajos. De lo contrario es imposible llevar a cabo una actividad política eficaz.
Luego vienen las tentaciones o el desinterés. Si se logra una buena adaptación se deja a un lado toda la lucha política y el posible revolucionario se va consumiendo, entregando sus energías al fortalecimiento del sistema al que detesta. Se trabaja para mejorar la economía individual o de la familia. El tiempo va pasando y se va envejeciendo. Y el seudorevolucionario se va extinguiendo, pasando a ser parte de las células muertas del sistema que sigue explotando a millones y millones, en el mundo entero.