ENFRENTANDO EL OTOÑO DE ESTOCOLMO

Hace unos días, los restos del huracán Katia llegaron a Suecia. Las noticias decían que esos vientos huracanados traerían una ola de calor. Pero no creo que alguien haya notado el «calor» porque sólo se sentía frío, por lo menos en Estocolmo. El huracán pasó, pero los vientos fríos continúan, como continúan las lluvias. De vez en cuando sale un poco de sol pero aún con sol hace frío.

Hace un par de días tuve que comprar guantes. Tomar el volante del automóvil por las mañanas hace doler las manos. Se tarda algunos minutos en calentar el vehículo, a pesar de tener excelentes equipos de calefacción y ventilación.

No sé cómo ha pasado el tiempo. Siento como si fue ayer que llegué a Estocolmo y me paseaba por las plazas y parques, sin necesidad de estar muy abrigado. Ahora llevo camiseta, camisa, swéter y chaqueta. Entonces tenía muchos planes para trabajar. No quería volver a trabajar en la misma profesión de antes. Quería hacer algo nuevo, distinto. No quería dedicarme a nada que tuviera que ver con pedagogía. Mucho menos aún sentarme en un vehículo y enseñar a conducir. Eso me había hastiado, después de una actividad de más de 26 años en lo mismo. No por el trabajo en sí sino por las injusticias del sistema sueco.

Pasó un mes y no podía trabajar. No tenía mi licencia de conducir, robada hace mucho tiempo. El poco dinero que me quedaba me lo robó una mujer, en un supermercado de Skärholmen. Su imagen quedó grabada en las cámaras de seguridad. Pero la policía no podía hacer nada. No era un delito de prioridad. Había miles de otros casos que necesitaban mayor atención.

Temeroso de que el tiempo pasara y no lograra trabajar en lo que yo quería, me puse a buscar un puesto de profesor de auto-escuela. Como por arte de magia se me presentaron muchas oportunidades en muy poco tiempo. Podía elegir entre varias auto-escuelas y otras empresas. Las puertas se me abrían fácilmente. Fue difícil elegir y me apresuré en hacerlo. Ahora estoy arrepentido, pero ya nada se puede hacer. Ya he trabajado casi cuatro meses en el mismo sitio y me queda sólo uno, de acuerdo al plan inicial. Han sido cuatro meses de intenso trabajo, de mucho sacrificio y muchas privaciones.

No he tenido tiempo para escribir ni para leer. Sí lo he tenido para entrenar en el gimnasio, aunque no con la frecuencia que me hubiera gustado, porque mi trabajo es sedentario, pasando muchas horas sentado en el automóvil. Las comidas que ingiero son semi artificiales y no son las que más me gustan. Sin embargo, a veces compro comidas de buena calidad, intentando gastar lo menos posible. En Suecia se puede comer salmón, por ejemplo. Si bien este pescado es muy caro, a veces hay ofertas y se puede comprar algo barato. Lo  mismo ocurre con el caviar. No el caviar ruso sino sueco. El salmón preparado, sin necesidad de cocinarlo, tiene precios que varían entre 30 y 60 euros el kilo. El salmón para preparar es más barato, pero no tengo posibilidades de cocinar.

El trabajo sedentario y las comidas congeladas, mayormente preparadas con grasas, aceites, azúcar, mucha sal y otros componentes nocivos, me han hecho subir de peso. Si no entrenara, supongo que me habría transformado en una inmensa bola de grasa; ya ni siquiera me podría mover y tendría dolores de espalda, rodillas y tobillos, además de tener el cuello y la espalda tensos.  Gracias al entrenamiento he logrado mantener una buena condición física y no hay enfermedad que logre abatirme. Muchos alumnos vienen enfermos de gripe a las clases y algunos me contagian. Pero los síntomas me afectan sólo un día o algunas horas. Mi sistema inmunológico logra destruir fácilmente los gérmenes patógenos.

El trabajar continuamente y entrenar me agota lo suficiente como para dormirme apenas me acomodo en la hamaca. Por lo general duermo sin interrupción hasta la hora de levantarme. Por eso no tengo tiempo de pensar en la soledad, en este país frío y sin amigos. Amistades tengo pero viven muy lejos y no hay posibilidad de hacer visitas. Por eso cuando no tengo mucho trabajo, como hoy, me pongo nostálgico y hasta llego a sentir una especie de angustia. Pero me recobro rápidamente, pensando en que esto es sólo pasajero, que pronto volveré a las cálidas tierras de Suramérica y podré disfrutar de la compañía de familiares y amigos.

El sistema sueco de exámenes de conducción sigue cada día peor. Se cometen muchas injusticias con aspirantes que dedican cientos de horas para prepararse para el examen de conductor y gastan enormes cantidades de dinero para luego ser suspendidos por errores insignificantes.

Sobre eso voy a escribir en el próximo artículo de mi blog principal (ver).

Esta entrada fue publicada en Uncategorized. Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s