Artículo comenzado a mediados de septiembre. Sólo hoy tengo un poco de tiempo para terminarlo, aunque quedará trunco, inconcluso:
No me queda tiempo para nada. Tengo mi agenda completa, de la mañana a la noche todos los días de la semana. Es imposible escribir ni llevar a cabo actividad alguna, con excepto de mi trabajo y el entrenamiento físico de todas las mañanas. Lectura normal sólo veinte minutos mientras hago bicicleta.
Actualmente trabajo casi en la misma forma que hacía cuando tenía mi propia auto-escuela, en los mejores tiempos. Tengo tantos alumnos que he debido confeccionar una lista de espera, porque no hay horas disponibles para todos. No sucede lo mismo con el resto de mis compañeros de trabajo. Algunos de ellos tienen muchos espacios libres y no pueden llenar sus listas, a pesar de que muchos de mis alumnos deben hacer reservas con ellos al no tener posibilidades de hacer reservas en mi lista. En otras auto-escuelas sucede lo mismo, no todos los profesores tienen suficientes alumnos.
Soy el profesor de chóferes que trabaja más horas, en toda Suecia. Nadie puede llevar el ritmo de trabajo que llevo yo. La ventaja es que puedo llegar a mi casa a la hora que desee, hasta la noche, y puedo empezar a la hora que quiera por las mañanas. La crisis económica y la inseguridad por el futuro asusta a mucha gente y se evitan gastos que no son absolutamente necesarios. Eso hace disminuir la cantidad de alumnos. Pero eso no sucede con mi lista.
Había planes de planificar lecciones de teoría de tránsito en español pero eso es imposible porque no hay tiempo disponible. Muchas personas esperan a que las llamemos para avisarles sobre esas lecciones pero el tiempo ni siquiera alcanza para llamarlas, para explicarles que no hay posibilidades de planificar las lecciones hasta mucho más adelante, quizás el próximo año.
Me informo diariamente sobre lo que pasa en el mundo, especialmente en Venezuela. Tengo muchas opiniones sobre las elecciones que se van a llevar a cabo en ese país suramericano el 7 de octubre próximo. Estoy seguro que serán unas elecciones históricas porque de ellas depende el futuro no sólo de Venezuela sino de toda América Latina e incluso del mundo. Se trata de continuar con un proceso de cambios que pretende construir una sociedad distinta a la capitalista o de interrumpir ese proceso e instaurar una férrea dictadura neoliberal.
La izquierda venezolana está en una encrucijada, con muchas probabilidades de ganar las elecciones, de acuerdo a todas las encuestas y lo que se puede constatar en muchos lugares, como lo hice yo la última vez que estuve en Venezuela. Pero la maquinaria electoral izquierdista tiene muchas deficiencias. Los periodistas y los líderes de izquierdas cometen muchos errores y se dejan llevar por las manipulaciones de los estrategas de la burguesía. En lugar de aclarar que aún se gobierna un estado capitalista -con todas sus lacras- caen en el error de responder a los ataques con muchas afirmaciones absurdas, como decir que TODO está mejor en Venezuela. En lugar de dejar en claro que aún falta mucho por hacer, que lo que se ha hecho hasta ahora -si bien es cierto es mucho- no es en absoluto suficiente. Falta aclarar que los resultados de muchos proyectos en marcha se verán más adelante, algunos de ellos dentro de varios anos, como es la construcción de trolecables, metrocables (ver imágenes) y trenes, por ejemplo.
En lugar de reconocer muchos errores se trata de ocultarlos. En lugar de aclarar que lo que se está llevando a cabo en Venezuela es una Revolución (lo que significa un cambio estructural de la sociedad) se trata de defender la «continuidad» del gobierno. Es decir, se cae en el juego inventado por los líderes de la derecha, que afirman ser los portavoces del «cambio». Se trata de la filosofía del «mundo al revés», como muy bien la definiera el escritor uruguayo Eduardo Galeano. Quienes afirman querer un «cambio» son los verdaderos «continuistas», los que desean consolidar el capitalismo y eliminar todos los cambios que se están llevando a cabo en la sociedad venezolana.
Hasta aquí lo escrito en septiembre. Hoy no agrego mucho más porque el sueno me domina. Manana domingo debo seguir trabajando, como todos los días.
A veces me pregunto si vale la pena tanto sacrificio. Paso los días preparando a jóvenes y personas mayores para que puedan obtener su licencia de conducir. Arriesgo la vida en cada lección puesto que la frecuencia con la que estoy en el tráfico es muchas veces mayor que la de cualquier otro conductor. Ya el tiempo se pone frío, con temperaturas varios grados bajo cero. La lluvia y la nieve se suman a la oscuridad a tempranas horas del día y las ocasiones de peligro aumentan radicalmente. A veces son mis alumnos los que cometen errores y debo intervenir muy rápidamente para no salirnos del camino o para no chocar con otros vehículos. A veces son otros choferes imprudentes los que cometen gravísimas faltas que puede hacer perder el control del vehículo a mis más avanzados alumnos.
Mis alumnos son de distintas nacionalidades, religiones y culturas. Muchos de los jóvenes estudiantes de liceo o universitarios van a ocupar puestos claves en la economía sueca y en otras actividades de este país europeo. Alguno de ellos puede llegar a ser Primer Ministro, si consideramos que la mayoría de ellos son estudiantes de economía, ingeniería civil, leyes, etc. y que son hijos de familias que viven en una de las zonas más ricas de Estocolmo. Otros tantos formarán parte de la policía o del ejército. Esto quiere decir que puedo estar preparando a personas que algún día van a decidir el futuro de los países del Tercer Mundo y por lo tanto pueden llegar a ser enemigos potenciales de los pueblos latinoamericanos, asiáticos o africanos.
Estoy pnsado formar una organización que se dedique a informar a la población sueca de lo que sucede en los países suramericanos, puesto que la ignorancia de lo que ocurre allí es increíblemente grande. Los medios de comunicación apenas se refieren a algunos aspectos que puede ser (para ellos) noticias importantes. Una de ellas era la opinión generalizada en los medios suecos de que Capriles ya tenía ganadas las elecciones en Venezuela. Todo estaba preparado para denunciar que habría un fraude si ganaba el presidente Chávez. No sé si fue cobardía o un ataque de sinceridad que Capriles reconoció su derrota el mismo día de las elecciones. O tal vez los dirigentes opositores se vieron obligados a adoptar otros planes de desestabilización para el futuro, dándose cuenta de que era imposible negar el triunfo de la Revolución. Sea como sea, los medios se vieron obligados a informar sobre la verdad, aunque con letras pequenas y con sólo algunas frases… No pudieron completar su campana de mentiras, aunque en las noticias quisieron minimizar el triunfo de Chávez. Uno de mis colegas me dijo: «pero Chávez ganó con muy poco margen», haciéndose eco de lo que había visto en la televisión sueca. Tuve que recordarle que la diferencia fue de doce puntos porcentuales, lo que es mucho, máxime teniendo en contra una campana multimillonaria de la oposición, caracterizada por utilizar la mentira y el sabotaje. Cuando un candidato gana las elecciones en Estados Unidos es con escasos márgenes de uno o dos por ciento. Lo mismo pasa cuando hay elecciones en Suecia. las diferencias son mínimas. Doce puntos para mi colega y para los medios suecos es «poca diferencia».
Tengo muchos artículos pendientes por escribir. Espero publicarlos lo antes posible. Necesito tiempo.